MIÉRCOLES 1º DE JUNIO
LA IDOLATRÍA PREDOMINANTE

Lee Génesis 34:30 a 35:15. Con esto que sucedió, ¿qué lecciones podemos aprender sobre la verdadera adoración?

Inmediatamente después de la queja de Jacob de que su paz con los cananeos se había visto afectada (Gén. 34:30), y después de reprender a sus dos hijos (Gén. 34:30), Dios insta a Jacob a dejar Siquem y regresar a Betel para renovar su pacto.

De hecho, el Señor le dice que, una vez allí, deberá construir un altar. Mientras tanto, lo primero que se registra después del mandato de Dios es que Jacob le dijo a su gente que se deshiciera de los ídolos cananeos que habían tomado en el saqueo de la ciudad de Siquem y de los ídolos familiares que Raquel había robado (Gén. 32). Todo esto también es fundamental para la idea del pacto con Dios.

Estos ídolos se habían conservado, y probablemente se los adoraba a pesar del compromiso de Jacob con Dios. No bastaba con que Jacob se fuera de Siquem para escapar de la influencia cananea. Jacob tuvo que eliminar los ídolos del campamento… y del corazón de su gente.

El proceso de arrepentimiento es más que un movimiento físico de un lugar a otro, o un movimiento de una iglesia a otra. Lo más importante es que buscamos, por la gracia de Dios, purgar la idolatría de nuestro corazón, sin importar dónde vivamos, porque podemos hacernos ídolos de casi cualquier cosa.

Cuando Jacob obedece a Dios y procede de acuerdo con el mandamiento de Dios, el Señor finalmente interviene, y “el terror de Dios” (Gén. 35:5) afecta a todos los pueblos a su alrededor; y no se atreven a atacar al patriarca. Entonces, Jacob está listo para adorar con “todo el pueblo que con él estaba” (Gén. 35:6), lo que sugiere que la unidad familiar se había restaurado. Jacob le da a este lugar el nombre de El-bet-el, un recordatorio de su sueño de la escalera, una señal de que la reconexión entre el cielo y la Tierra, que se había quebrado durante algún tiempo, ahora se ha restablecido.

Esta vez, el énfasis está en el Dios de Betel más que en el lugar en sí. Esta nota personal vuelve a resonar cuando Dios recuerda a Jacob su nombre “Israel” (Gén. 35:10), con la doble promesa que implica esta bendición. La bendición de Jacob, en primer lugar, significa fecundidad, la transmisión de la simiente mesiánica y la creación de muchas naciones (Gén. 35:11); y en segundo lugar, apunta a la Tierra Prometida (Gén. 35:12).

¿Cuáles son las formas sutiles en que la idolatría puede llegar a nuestro corazón, y qué podemos hacer al respecto?

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