MIÉRCOLES 03 DE ABRIL
EL AMOR ENCUENTRA UNA MANERA

Adán y Eva han pecado, y Dios les ha dicho que deben abandonar el Jardín. A partir de ahora, el trabajo doloroso y el sufrimiento serán su destino. ¿Tendrán que sufrir y finalmente morir sin esperanza? ¿Es la muerte el final de todo?

En ese momento, Dios les hizo la promesa que se registra en Génesis 3:15. Mirando directamente a Satanás, la serpiente, dijo: “Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y el Descendiente de ella. Tú le herirás el talón, pero él te aplastará la cabeza”. Es probable que en aquel momento no hayan comprendido plenamente todo lo que esto significaba, pero les quedó claro que podían volver a tener esperanza. De alguna manera, mediante “el Descendiente de ella [la mujer]”, llegaría la redención de ellos.

“El Descendiente de ella”, por supuesto, es Jesucristo (Gál. 3:16). En la Cruz, Satanás le hirió el talón. Pero la victoria de Jesús es nuestra garantía de que un día la cabeza de la serpiente será aplastada, y la puerta del sufrimiento y la muerte que Adán y Eva abrieron se cerrará en su momento.

Lee Hebreos 2:9; Gálatas 3:13; y 2 Corintios 5:21. ¿Qué nos dicen estos versículos sobre la inmensidad del sacrificio de Cristo en la Cruz?

¿Te has preguntado alguna vez si Dios te ama de verdad? Mira la Cruz; mira la corona de espinas; mira los clavos en sus manos y sus pies. Con cada gota de sangre que Jesús derramó en el Calvario, Dios te dice: Te amo. No quiero estar en el Cielo sin ti. Sí, tú has pecado; te has vendido en manos del Enemigo; sí, por ti mismo no eres digno de la vida eterna. Pero yo he pagado el rescate para recuperarte. Nunca más tendrás que dudar si eres amado cuando mires la Cruz.

La Biblia habla de un Jesús que vino a este mundo, experimentó angustia, decepción y dolor en común con toda la humanidad. Revela a un Cristo que se enfrentó a las mismas tentaciones que nosotros, un Cristo que triunfó sobre los principados y las potestades del infierno tanto en su vida como mediante su muerte en la Cruz; todo, por cada uno de nosotros, personalmente.

Pensemos en esto: Jesús, aquel que creó el cosmos (ver Juan 1:3), bajó del Cielo, y no solo vino a este mundo caído, sino además sufrió en él de un modo que ninguno de nosotros podrá experimentar jamás (ver Isa. 53:1-5). Y lo hizo porque nos amaba, a cada uno de nosotros. ¡Qué poderosa razón para tener esperanza!

¿Cómo respondió Cristo a las acusaciones de Satanás en la Cruz? A la luz del gran conflicto entre el bien y el mal, ¿qué consiguió con su muerte?

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LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
II TRIMESTRE DEL 2024
Narrado por: Gustavo Perez
Desde: Málaga, España
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