JUEVES 22 DE FEBRERO
BENDICIONES DE UNA VIDA RECTA

Lee Salmos 1:1 al 3; 112:1 al 9; y 128. ¿Qué bendiciones se prometen para los que veneran al Señor?

De las muchas bendiciones prometidas a quienes honran al Señor, la paz es quizás una de las mayores. Salmo 1 describe a los justos mediante el símil de un árbol plantado junto a corrientes de agua, que da sus frutos a su tiempo y cuya hoja no se marchita (Sal. 1:3; Jer. 17:7, 8; Eze. 47:12). Este símil identifica la fuente de todas las bendiciones: a saber, permanecer ante la presencia de Dios en su Santuario y disfrutar de una relación amorosa e ininterrumpida con el Señor. A diferencia de los impíos, descritos como paja, sin estabilidad, lugar ni futuro, los justos son como un árbol fructífero con raíces, un lugar cerca de Dios y la vida eterna.

Salmo 128:2 y 3 evoca las bendiciones del Reino mesiánico, donde sentarse bajo las propias vid e higuera es símbolo de paz y prosperidad (Miq. 4:4). La bendición de la paz sobre Jerusalén (Sal. 122:6-8; 128:5, 6) transmite esperanza en el Mesías, quien acabará con el mal y restaurará la paz en el mundo.

“En la Biblia se llama a la herencia de los bienaventurados ‘una patria’ (Heb. 11:14-16). Allí el Pastor divino conduce a su rebaño a los manantiales de aguas vivas. El árbol de vida da su fruto cada mes, y las hojas del árbol son para utilidad de las naciones. Allí hay corrientes que manan eternamente, claras como el cristal, al lado de las cuales se mecen árboles que echan su sombra sobre los senderos preparados para los redimidos del Señor. Allí, las vastas planicies alternan con bellísimas colinas y las montañas de Dios elevan sus majestuosas cumbres. En esas pacíficas llanuras, al borde de esas corrientes vivas, el pueblo de Dios, que por tanto tiempo anduvo peregrino y errante, encontrará un hogar” (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 733).

El Nuevo Testamento coloca el cumplimiento de esa esperanza en el segundo advenimiento de Cristo y la creación del nuevo mundo (Mat. 26:29; Apoc. 21). Por lo tanto, aunque los justos reciben muchas bendiciones en esta vida, les aguarda la plenitud del favor de Dios cuando el Reino de Dios sea plenamente restaurado en el tiempo del fin.

¿Por qué la Cruz, y lo que allí sucedió, es la garantía de las promesas que se encuentran en el Nuevo Testamento con respecto a lo que Dios tiene reservado para nosotros? ¿Cómo podemos consolarnos con esas promesas incluso ahora?

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LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
I TRIMESTRE DEL 2024
Narrado por: Gustavo Perez
Desde: Málaga, España
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