03 DE ENERO
LA LOCURA DE SEWARD
«No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón» (1 Samuel 16:7, NVI).
¿Sabías que Alaska tuvo una vez el apodo despectivo «La locura de Seward»? William Seward era el secretario de estado de los Estados Unidos, y fue quien decidió comprar el territorio de Alaska al Imperio ruso en 1867. Los detalles de cómo Estados Unidos adquirió este estado son realmente sorprendentes.
En aquella época, la mayoría de la gente pensaba que Alaska no valía el dinero que se pagó por ella, aunque Seward solo desembolsó unos dos centavos por acre. Los periodistas de la época llamaban al territorio «Icebergia», «Polaria» y «La nevera de Seward». Y durante décadas esa fue la opinión de la mayoría de la gente.
El 3 de enero de 1959, Alaska pasó a formar parte de los Estados Unidos como el cuadragésimo noveno estado, y ahora sabemos lo increíblemente afortunada que fue esa decisión. Con un total de casi un millón y medio de kilómetros cuadrados y más de 40,500 hectáreas [100,000 acres] de zonas silvestres reservadas como parques federales y estatales, Alaska es el estado más grande y ha provisto miles de millones de dólares de ganancia gracias a su oro, al petróleo, a la pesca y la madera. ¡Resulta que Seward sabía lo que hacía!
El profeta Samuel se enfrentó a una gran decisión un poco parecida a la de Seward. Sigámoslo por el polvoriento camino de Belén, por donde se dirige a elegir a un nuevo rey de Israel. Dios le había dicho que un hombre llamado Isaí tenía un hijo que sería el siguiente en sentarse en el trono de la nación. Suena bastante fácil, ¿verdad? Pero Samuel se habrá reído cuando llegó a la finca de Isaí para la ceremonia de selección y descubrió que este tenía más de un hijo. De hecho, ¡tenía toda una línea de hijos! Muy gracioso, Señor, me imagino a Samuel pensando.
Al inspeccionar la fila de jóvenes, Samuel pensó que todos y cada uno de ellos podía ser el indicado. Eran altos, fuertes y con cara de inteligentes. Pero el Señor le decía a Samuel: «No, este no es el que quiero». Finalmente, Samuel preguntó si Isaí tenía más hijos que los allí presentes. Isaí se aclaró la garganta y murmuró: «Pues tengo uno más que se llama David», ante un coro de risas de los hermanos. Cuando Samuel eligió a ese adolescente, casi seguro que todos pensaron que aquella era «la locura de Samuel».
Como sabemos ahora, David se convirtió en el rey más popular y productivo de Israel. Resulta que Dios sabía lo que estaba haciendo.

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UN SALTO EN EL TIEMPO
Devoción Matutina para Adolescentes 2022
Narrado por: Isa Valen
Desde: Buenos aires, Argentina
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