07 DE MAYO
UNA PERLA GIGANTE
«También el reino de los cielos es semejante a un comerciante que busca buenas perlas, y al hallar una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía y la compró» (Mateo 13:45, 46, RV95).
Las perlas son una de las cosas más hermosas que adornan este planeta. Su reluciente brillo blanco puede captar el resplandor de la luz del sol matutino o el resplandor de la luz de las velas. Gran parte de la belleza de las perlas reside en su rareza, y ver una natural es una experiencia memorable, porque no es fácil encontrarlas.
En este día de 1934 se descubrió en la isla de Palawan, en Filipinas, la mayor perla de la que se tiene constancia: la Perla de Lao-tzu. Extraída de un molusco gigante de 72.5 kilos [160 libras), medía 24 centímetros [9 pulgadas) y pesaba 6.4 kilos (14 libras). En 1936, Wilbur Dowell Cobb recibió la perla como regalo del jefe de Palawan, porque Cobb salvó la vida del hijo del jefe. En 1980, la familia la vendió a un joyero de Beverly Hills, California, por 200,000 dólares. ¿Y cuánto vale hoy? El Laboratorio de Gemas de San Francisco le ha puesto un precio de 40 millones de dólares. ¡Increíble! ¡Eso es mucha perla!
La historia de cómo se fabrican las perlas en la naturaleza es sorprendente. Cuando le entra accidentalmente a un molusco una mota de arena en una articulación o en un músculo, inmediatamente empieza a construir con nácar una capa blanca y dura alrededor del grano de arena ofensivo. Ese nácar es la sustancia perlada. Esto evita que la arena irrite a la criatura. Luego, durante meses y años, la perla continúa creciendo. Ya ves, en lugar de quejarse impotentemente del grano de arena que le causa molestias, el molusco elige reaccionar positivamente construyendo con él algo raro y hermoso.
Jesús dijo que nuestra búsqueda de él debería ser como la búsqueda de una hermosa perla. Si realmente queremos una perla, no dejaremos ningún molusco sin abrir hasta que la encontremos. Y si realmente queremos conocer a Jesús, no dejaremos ninguna página de la Biblia sin abrir hasta que lo encontremos.
El mercader de la parábola de Jesús encontró una perla asombrosa, como ninguna otra que hubiera visto antes. Valía más de lo que podía pagar, pero no podía dejar pasar una inversión tan prometedora. La quería tanto que vendió todo lo que tenía para comprarla. Nada es más valioso que conocer a Jesús, la Perla de gran precio.

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UN SALTO EN EL TIEMPO
Devoción Matutina para Adolescentes 2022
Narrado por: Isa Valen
Desde: Buenos aires, Argentina
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