24 DE AGOSTO
LOS QUE SE QUEDARON, MURIERON
«Cuando digan: “Paz y seguridad”, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán» (1 Tesalonicenses 5:3, RV95).
Los volcanes son uno de los fenómenos naturales más aterradores. Algunos los llaman «actos de Dios», pero eso no podría estar más lejos de la verdad. Los volcanes son un resultado directo del pecado y de las réplicas del diluvio. Y pueden ser devastadores.
Al mediodía de este día en el año 79 d. C., después de haber permanecido dormido durante siglos, el Monte Vesubio, en el sur de Italia, entró en erupción. Hubo algún aviso, y algunas personas huyeron; pero miles murieron cuando las ciudades de Pompeya y Herculano quedaron sepultadas bajo una gruesa capa de ceniza volcánica. Estas prósperas ciudades nunca se reconstruyeron, y durante 1,700 años permanecieron en el olvido. Cuando fueron redescubiertas, Pompeya y Herculano fueron la comidilla del mundo arqueológico.
Veinte mil personas vivían en Pompeya, lugar turístico favorito de los romanos ricos, con sus baños públicos y casinos de juego. Pero el placer y la prosperidad de la ciudad llegaron a su fin cuando el Vesubio erupcionó, disparando una nube de ceniza hacia el cielo. Durante las doce horas siguientes, ceniza y piedras de hasta 8 centímetros (3 pulgadas de diámetro cayeron sobre Pompeya, obligando a la gente a huir, aterrorizada. Algunos se quedaron, con la esperanza de que la erupción pasara, pero murieron a la mañana siguiente cuando una nube de gas venenoso invadió la ciudad. La avalancha de rocas y cenizas que siguió derrumbó los tejados, y sepultó todo hasta 5 metros (17 pies) de profundidad.
No fue sino hasta 1982 cuando se descubrieron en Pompeya los restos de dos mil hombres, mujeres y niños. Al parecer, después de que las víctimas murieran por el calor y la caída de escombros, sus cuerpos quedaron cubiertos de ceniza. Más tarde se descompusieron, dejando un espacio vacío. Cuando se vierte yeso en estos espacios vacíos de ceniza y se deja que se endurezca, se obtiene una «estatua» de la persona o el animal tal y como estaba al morir. Muy, muy triste.
La última gran erupción del Vesubio fue en 1631. Se espera otra erupción en un futuro próximo y, por supuesto, sería devastadora para los dos millones de personas que viven a su sombra. El Vesubio tiene un largo historial de erupciones, por lo que las personas que viven a su alrededor deberían saber que no pueden confiar en él. Pablo nos advierte que la paz y la seguridad no están garantizadas en este viejo mundo. Al final, la destrucción llegará a nuestra tierra debido a las guerras, las enfermedades y los desastres naturales. Los que confían en sí mismos en lugar de confiar en Dios no escaparán.
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UN SALTO EN EL TIEMPO
Devoción Matutina para Adolescentes 2022
Narrado por: Isa Valen
Desde: Buenos aires, Argentina
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