24 DE NOVIEMBRE
UN SECUESTRADOR SE LANZA A LA TORMENTA
«¡Cómo caíste del cielo, Lucero, hijo de la mañana! Derribado fuiste a tierra, tú que debilitabas a las naciones» (Isaías 14:12, RV95).
La mayoría de las personas tienen sueños que les gustaría realizar antes de que su vida termine. Algunos quieren bucear en el mar. Otros quieren hacer paravelismo (parasailing]. Otros quieren escribir un libro, participar en un concurso de fisioculturismo o navegar alrededor del mundo. ¿Y qué hay del paracaidismo? Eso sí que sería un subidón si no lo has hecho nunca. Tal vez. Pero no si tienes que hacerlo como lo hizo D. B. Cooper.
El 24 de noviembre de 1971, un hombre que se hacía llamar Cooper se lanzó en paracaídas desde un avión 727 sobre el estado de Washington, a una altura de 3,000 metros [10,000 pies). Hacía un frío terrible, muy por debajo de cero a esa altitud, y el vuelo pasaba por una tormenta eléctrica en ese momento. El viento soplaba a 160 kilómetros por hora [100 millas por hora) y Cooper solo llevaba un traje liviano, un impermeable y unas gafas de sol envolventes. ¿Por qué iba a hacer algo así? ¿Era una especie de maniobra para El libro Guinness de los récords? ¿Era un ejercicio militar? No, en realidad Cooper era un secuestrador, y llevaba 200,000 dólares en concepto de rescate. Había secuestrado el avión poco después del despegue, mostrando a una azafata algo que parecía una bomba. Había pedido 200,000 dólares, cuatro paracaídas y «nada de trampas». Para que le entregaran el dinero, debían aterrizar primero en el Aeropuerto Internacional de Seattle-Tacoma.
Cuando el avión aterrizó en el aeropuerto, las autoridades cumplieron con las exigencias de Cooper, después de que este dejara marchar al resto de los pasajeros. Luego exigió que el avión despegara de nuevo, con rumbo a México D. F. Poco después, saltó, y fue lo último que se supo de él. Los equipos de rescate no pudieron ir a buscarlo en ese momento debido a la tormenta, y nunca se halló rastro de él. La mayoría de las autoridades creen que murió durante su salto suicida. Curiosamente, diecinueve años después un niño de ocho años descubrió casi 6,000 dólares del dinero del rescate en la orilla del río Columbia, a 8 kilómetros [5 millas) de Vancouver, Washington. El destino de Cooper sigue siendo un misterio.
En el Edén, Lucifer en cierto modo «secuestro» a nuestros primeros padres y estaba exultante, pensando que había ganado la batalla entre el bien y el mal. Pero no tuvo en cuenta algo muy importante: estaba tratando con el Soberano del universo. Dios siempre tiene un plan de contingencia, y lo tenía entonces. Desde el principio de los tiempos, la Divinidad había ideado un plan para que, si el pecado llegaba a secuestrar a la raza humana, Jesús pagara el rescate y nos comprara de nuevo con su vida. Somos muy afortunados de que lo haya hecho. ¿Podemos agradecerle lo suficiente?

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UN SALTO EN EL TIEMPO
Devoción Matutina para Adolescentes 2022
Narrado por: Isa Valen
Desde: Buenos aires, Argentina
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