24 DE OCTUBRE
UN BARRIL SOBRE EL NIAGARA.
«Así que tengan cuidado de cómo viven. No vivan como necios sino como sabios» (Efesios 5: 15, NTV).
¿Qué es lo más aterrador que has hecho? ¿Tirarte en paracaídas? ¿Puenting? ¿Bucear en aguas infestadas de tiburones? ¿Hacer flexiones en un pozo de serpientes? ¿Qué tal lanzarte por las cataratas del Niagara dentro de un barril? ¿Te parece una locura? Pues lo es, pero era un riesgo que una maestra de escuela llamada Annie Taylor estaba dispuesta a correr. Lo que es aún más loco es que tenía sesenta y tres años cuando lo hizo. Afirmó que tenía cuarenta, pero documentos escritos mostraron más tarde que tenía sesenta y tres. Eso fue en 1901, cuando la esperanza de vida de los estadounidenses era de cuarenta y siete años, así que quizá pensó que no tenía nada que perder. Esto es lo que ocurrió.
Tras la muerte de su esposo en la Guerra Civil Estadounidense. Tavlor vivió en muchos lugares antes de establecerse definitivamente en Míchigan, hacia 1898. En 1901, mientras leía un artículo sobre la Exposición Panamericana de Búfalo, se enteró de la creciente popularidad de dos enormes cataratas, situadas en la frontera entre Estados Unidos y Canadá, al norte del estado de Nueva York. Sin dinero y en busca de fama, Taylor ideó la maniobra perfecta para llamar la atención: lanzarse por las cataratas del Niagara dentro de un barril.
Taylor no fue la primera persona que intentó lanzarse por las famosas cataratas. En 1829, Sam Patch, conocido como el «Saltador Yankee», sobrevivió tras lanzarse desde el lado canadiense de las cataratas. Más de setenta años después, Taylor decidió dar el salto el 24 de octubre, el día de su cumpleaños. Con la ayuda de dos asistentes, se ató a un arnés de cuero dentro de un viejo barril de madera para encurtidos de un metro y medio [5 pies] de altura y un metro [3 pies] de diámetro. Recubrió el barril con cojines para amortiguar la caída, y fue remolcada por una pequeña embarcación hasta el centro del caudaloso río Niagara. Entonces, se soltó.
Las corrientes de agua la golpearon violentamente de un lado a otro y luego la impulsaron por el borde de las cataratas canadienses (Horseshoe). Unos veinte minutos después de comenzar su viaje, Taylor llegó a la orilla un poco maltrecha pero viva. Tras una breve ráfaga de fotos y discursos, la fama de Taylor se enfrió y no pudo hacer la fortuna que esperaba.
Annie Taylor fue una insensata arriesgando la vida de esa manera; pero hay algo por lo que sí vale la pena arriesgar la vida. Pedro, Pablo, Juan y todos los discípulos de Jesús lo sabían. Y la recompensa de vivir para él es infinitamente mayor que toda la fortuna y la fama que el mundo pueda ofrecer.
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UN SALTO EN EL TIEMPO
Devoción Matutina para Adolescentes 2022
Narrado por: Isa Valen
Desde: Buenos aires, Argentina
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