01 DE DICIEMBRE
“DIOS ES NUESTRO AMPARO Y FORTALEZA”

Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida (Salmo 46:1, 2).

Frank E. Gaebelein, el teólogo y maestro que sirvió como editor del prestigioso Expositor’s Bible Commentary, solía hacer que sus alumnos memorizaran trescientos pasajes bíblicos cada semestre. Él consideraba que la memorización de los textos bíblicos constituía una manera muy práctica de acatar la orden de Deuteronomio 6:6: “Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón”. Gordon MacDonald, que fue alumno del doctor Gaebelein, cuenta que uno de los textos que tuvo que memorizar fue el Salmo 46.
Cincuenta años después de haber memorizado el Salmo 46 en la clase de Gaebelein, Gordon recibió una terrible noticia: tenía un tumor cerebral. Mientras su médico le explicaba el complejo proceso que se utilizaría para extirpar la masa cancerígena de su cabeza, lo primero que Gordon recordó fueron las palabras que había memorizado medio siglo antes: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen, y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza” (Salmo 46:1-3).
Mientras vivamos de este lado de la eternidad, todos estamos expuestos a recibir noticias que nos congelarán el alma: la muerte de un ser querido, la quiebra de la empresa en la que trabajamos, una enfermedad que ya ha avanzado tanto que la ciencia se rinde ante ella… Nos tocará lidiar con circunstancias que no podremos controlar, que nos harán flaquear, que nos pondrán de frente al precipicio de la duda. Es para momentos como esos el salmista nos asegura: “Dios es [nuestro] amparo y fortaleza”, el auxilio oportuno que necesitamos para lidiar con “las tribulaciones”.
El salmista es muy claro: aunque el caos reine, Dios tiene la fortaleza para mantenernos de pie cuando todo se derrumba. Con independencia de cuál sea la amenaza que haya contra tu vida, Dios es el resguardo donde encontrarás esperanza. Él es tu “refugio para el tiempo de angustia” (Salmo 9:9); es tu “torre fuerte delante del enemigo” (Salmo 61:3). Es cierto que la aflicción te atacará continuamente; pero siempre has de saber que la ayuda divina nunca te faltará. * Grábalo en tu corazón.
* John Calvin y James Anderson, Commentary on the Book of Psalms, vol. 2 (Bellingham, Washington: Logos Bible Software, 2010), p. 195.

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