13 DE MAYO
“LOS MISERICORDIOSOS ALCANZARÁN MISERICORDIA”

Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia (Mateo 5:7).

Cuenta Cervantes que Sancho, Sansón Carrasco y don Quijote sostenían grupos de personas: los que hacen y los que critican. Sansón se refirió a los que tienen “por particular entretenimiento juzgar los escritos ajenos sin haber dado algunos propios a la luz del mundo” y entonces don Quijote, con la gracia que le caracteriza, dijo: “Eso no es de maravillar, porque muchos teólogos hay que son buenos para el púlpito y son bonísimos para conocer las faltas o sobras de los que predican”. Carrasco sentenció: “Todo es así, señor don Quijote, pero quisiera yo que los tales censuradores fueran más misericordiosos y menos escrupulosos”. * Creo que estas palabras deben ser significativas para nosotros: hemos de procurar, con todas nuestras fuerzas, que sean puestas en práctica, que de verdad seamos más misericordiosos y menos escrupulosos a la hora de juzgar a los demás. ¿Por qué?
En primer lugar, porque nuestro estado es tan deplorable e imperfecto como el de aquellos que reciben nuestras agrias críticas. Jesús dijo: “¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?” (Mateo 7:3). Aquí el Señor está tomando un ejemplo de su experiencia cotidiana como trabajador de la carpintería. La “paja” alude a una pequeña partícula de aserrín; y la “viga” es un largo y grueso pedazo de madera. “Echar de ver”, en griego katanoeis, encierra la idea de hacernos conscientes por medio de una visión introspectiva de nosotros mismos, de pensar cuidadosamente en algo. Reconocer nuestros defectos hará que seamos más comprensivos con los yerros de los demás y fomentará en nosotros una visión más humana de nuestra religión. La gente que está a nuestro lado, con los ojos llenos de paja, de enfermedad, de soledad, necesita creyentes que puedan ser empáticos y sensibles. Y nosotros estamos llamados a mostrar ese tipo de solidaridad cristiana. Además, la promesa es que los misericordiosos “alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7).
En segundo lugar, porque Dios es más misericordioso y menos escrupuloso. “El Señor es muy misericordioso y compasivo”, dice Santiago 5:11. Él no se deleita en medir y sumar cada una de nuestras imperfecciones; su deleite es ser “grande en misericordia” (Éxodo 34:6). Sigamos su ejemplo y no solo seremos bienaventurados, sino que además alcanzaremos misericordia.
* Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, edición del IV centenario (Alfaguara/Real Academia Española: 2004), p. 573.
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