02 DE ENERO
LIBRE
“Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: ‘Apreciada mujer, ¡estás sanada de tu enfermedad!’” (Luc. 13:12, NTV).
La última vez que Jesús fue a una sinagoga a enseñar, se encontró con una mujer especial. Esta pobre mujer estaba completamente encorvada. Lucas, como médico, describe su enfermedad usando una palabra griega que literalmente significa “agacharse completamente”. Probablemente, la mujer sufría de un tipo de artritis crónica grave, por la que las vértebras afectadas se unen. La Biblia dice que esta mujer llevaba 18 años enferma. Durante 18 años no pudo ver el sol de día, ni las estrellas de noche. Durante 18 años, esta triste mujer estuvo completamente doblada, mirando al polvo y llena de dolor. Me conmueve notar lo que sucedió después. En cuanto Jesús la vio, probablemente mientras aún estaba predicando, la llamó. La mujer no pidió ayuda, ni dijo una sola palabra. Sin embargo, lleno de compasión, Cristo interrumpió lo que estaba haciendo y le dijo: “Mujer, eres libre de tu enfermedad” (Luc. 13:12). Inmediatamente, la mujer se enderezó y comenzó a alabar a Dios.
¿Cuántas veces habrá ido a la sinagoga esa mujer antes de encontrarse con Jesús? Creo que al enemigo no le importa que vayas todos los sábados a la iglesia, mientras que no recibas sanidad. Tampoco le importa que leas tu Biblia todos los días, en tanto sigas doblada bajo el peso de la culpa y la inseguridad. A veces pensamos que Dios va a salvarnos porque le damos pena, no por amor. Creemos que, al mirarnos, a Dios se le revuelve el estómago del asco, que se pone guantes antes de tocarnos para que no se le pegue nuestra suciedad. Sin embargo, la Biblia dice que cautivamos su corazón con solo una mirada (Cant. 4:9); que Dios nos ama y ve un valor inestimable en nosotras (Isa. 43:4). Dios es el padre de la parábola, que corre a abrazar y besar a su hijo cuando este aún huele a cerdos, antes de que se dé una ducha (Luc. 15:11-32).
Dios nos mira, como a aquella mujer encorvada, lleno de ternura y amor. Aun si no nos atrevemos a pedir nada, aun cuando no podemos mirarlo a los ojos, Jesús se acerca para ayudarnos. Sin importar cuán pesada sea la carga de nuestro pasado, o cuán deformantes nuestros pecados, él dice: “Mujer, ¡quedas libre de tu enfermedad!”
Señor Jesús, ¡dame una nueva revelación de tu amor! Ayúdame a ver, con los ojos de la fe, cómo te agachas y tocas mi espalda encorvada, liberándome así del peso de la vergüenza y el miedo. Mi pasado y mis errores ya no me definen. Mi identidad depende de tu amor por mí.

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SIN MIEDOS NI CADENAS
Devoción Matutina Para Mujeres 2022
Narrado por: Sirley Delgadillo
Desde: Bucaramanga, Colombia
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