03 DE SEPTIEMBRE
DURMIENDO CON EL ENEMIGO
“Pero yo digo: aun si te enojas con alguien, ¡quedarás sujeto a juicio! Si llamas a alguien idiota, corres peligro de que te lleven ante el tribunal; y si maldices a alguien, corres peligro de caer en los fuegos del infierno” (Mat. 5:22, NTV).
EI cantautor estadounidense Andrew Peterson escribió una de mis canciones favoritas: “Be Kind to Yourself” (Trátate con amabilidad). En esta canción, dedicada a sus hijos, Peterson explica que muchas veces somos nuestros peores enemigos. Nuestro diálogo interno es crítico y cruel. Somos duras con nosotras mismas; usamos adjetivos como “idiota” o “inútil”, palabras que jamás le diríamos a una amiga. Al final de la canción, Peterson reflexiona: “Debes aprender a amar, aprender a amar a tus enemigos”, ¡aun si el enemigo eres tú!
¿Por qué nos cuesta tanto tratarnos con amabilidad? ¿Por qué sentimos que amarnos a nosotras mismas es opcional y hasta podría ser peligroso? El psicólogo suizo Carl Jung, en Recuerdos, sueños, pensamientos, reflexiona: “Que alimente a los hambrientos, que perdone un insulto, que ame a un enemigo en el nombre de Cristo: todas estas son, indudablemente, grandes virtudes. Lo que hago al más pequeño de mis hermanos lo hago a Cristo. Pero ¿qué sucedería si descubriese que el más pobre de todos los mendigos, el más insolente de todos los delincuentes habita dentro de mí, y que yo mismo necesito las limosnas de mi propia amabilidad, que yo mismo soy el enemigo que debe ser amado? ¿Entonces, qué? En general, la actitud del cristiano se invierte: le decimos al hermano dentro de nosotros ‘fatuo’, y nos condenamos y odiamos a nosotros mismos”.
Justamente, cuando más necesitamos autocompasión -después de haber cometido un error-, más tentadas nos sentimos a ser crueles con nosotras mismas. Es como si creyéramos que la compasión nos volverá perezosas; que si nos tratamos bien dejaremos de esforzarnos. Sin embargo, el apóstol Pablo dice que es la bondad de Dios (no la condenación) lo que nos guía al arrepentimiento ya abandonar nuestros pecados (Rom. 2:4). Imitemos a Cristo. Tratémonos con amor y compasión.
Señor, perdóname por tratarme a mí misma con crueldad y desprecio. Tú pagaste un enorme precio por mi vida. ¡Tengo un valor incalculable! Enséñame a verme como tú me ves y a tratarme con amabilidad y dulzura.

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SIN MIEDOS NI CADENAS
Devoción Matutina Para Mujeres 2022
Narrado por: Sirley Delgadillo
Desde: Bucaramanga, Colombia
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