24 DE DICIEMBRE
PRISIONEROS FUERA DE LA CÁRCEL
«No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración; pídanle, y denle gracias también. Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender». (Filipenses 4: 6-7)
SON MUCHAS LAS personas que para hacer frente a la vida necesitan una «muleta», es decir, algo en lo que apoyarse y sin lo cual no conciben la supervivencia. En algunos casos, la muleta en la que la gente se apoya puede llevarlos a la muerte; me refiero, por ejemplo, a esas personas que no pueden hacer vida normal si no tienen una adicción, como la comida, la compra compulsiva, el trabajo, el sexo, los fármacos, el dinero, la computadora e Internet, la televisión, los juegos de azar o las drogas. Lejos de ser un apoyo real para una vida plena, estas «muletas» conducen al abismo.
Estas conductas adictivas pueden producir un alivio pasajero y momentáneo a una necesidad oculta no satisfecha, pero conducen irremediablemente a un desenlace de dolor, dejando por el camino relaciones rotas con los seres queridos, con una misma y, por supuesto, con Dios.
Contrario a lo que muchos piensan, las adicciones no se aprenden en la calle ni con los amigos; la mayoría se gestan en el seno de la familia. Por esta y por muchas razones más, debemos cuidar con devoción y responsabilidad la estabilidad del hogar, creando un vínculo afectivo en el que todos sus miembros se sientan aceptados y reconocidos por lo que son, sin exigencias continuas de perfección.
Vemos a esposos adictos al trabajo que prefieren estar lejos del ambiente hostil de la familia; vemos a jóvenes adictos a la tecnología para no oír ni ver la reyerta continua de sus padres; vemos a niños con adicción a la televisión como una forma inconsciente de evadir el confinamiento al que son sometidos por padres ocupados que no cuidan lo que tienen; vemos a mujeres con una necesidad imperiosa de ir de compras o de comer compulsivamente cuando no reciben reconocimiento por lo que hacen por la familia… En fin, esta es una triste realidad que no podemos eludir y que, posiblemente te esté afectando a ti.
Sumergirnos en las adicciones es resignarnos a perder irremediablemente lo mejor que nos ha dado Dios: la familia y los seres que amamos. Pidamos sabiduría de lo alto para que no caigamos en una adicción o, si ya tenemos alguna, el Señor nos ayude a arrojar lejos esa muleta para apoyarnos única y exclusivamente en él.

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PINCELADAS DEL AMOR DIVINO
Devoción Matutina Para Mujeres 2021
Narrado por: Sirley Delgadillo
Desde: Bucaramanga, Colombia
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