03 DE MAYO
¿SUELES PRESTARLE A DIOS?
Dar algo al pobre es dárselo al Señor; el Señor sabe pagar el bien que se hace (Proverbios 19:17).
MARA ERA UNA MUJER que vivía en una pobreza extrema. La conocí en un culto de oración, y aunque no era de nuestra iglesia, realizó su pedido de oración para que Dios le diera fuerzas para no quitarse la vida. Su esposo la había abandonado con tres pequeños niños, vivía en una casita precaria de chapas y cartón, y en ocasiones no tenía ni siquiera agua para tomar. Recurrió a la iglesia porque estaba desesperada y no sabía cómo salir de esa situación.
Yo la filmé contando su triste historia y el sábado de mañana, en la iglesia cabecera de distrito, pasé la filmación y le pedí a los hermanos que colaboraran de acuerdo a sus posibilidades. Sin saber cómo respondería la hermandad, ellos me sorprendieron y a Mara también. Botellas de aceite, paquetes de fideos, arroz, harina, harina de maíz, cajas con leche en polvo, fruta y verdura, un horno nuevo, una pequeña bicicleta y ropa fue la gran colaboración de esa iglesia. Llenamos tres vehículos y ese mismo sábado por la tarde le entregamos todo en su hogar. Mara no salía de su asombro y solo tenía palabras de agradecimiento para con ese grupo de hermanos. Ellos ni siquiera la conocían, pero demostraron su amor ayudándola en sus necesidades.
La pobreza es una de las consecuencias de vivir en un mundo de pecado. La necesidad extrema denigra, arruina la autoestima, arroja una sombra negativa sobre el futuro y muchas veces puede llevar a la desesperación. Quienes la padecen no ven soluciones, a corto plazo, para salir de esa situación, y solo les queda sobrevivir pidiendo a los que tienen algo más.
Las Escrituras nos animan para que recordemos y ayudemos a toda persona necesitada y pobre. Es notable ver a Dios identificándose con los indigentes al decirnos: «Dar algo al pobre es dárselo al Señor», porque dar ayuda a un pobre es como darla a Dios mismo. También la Sierva del Señor nos recuerda: «Dios nos imparte su bendición para que podamos compartir lo que tenemos con otros. Y mientras permitamos ser usados como los conductos a través de los cuales pueda fluir su amor, él mantendrá provistos esos conductos. Cuando pedís al Señor vuestro pan cotidiano, él mira directamente vuestro corazón para ver si lo compartiréis con otros que tienen más necesidad que vosotros mismos. Cuando oráis: “Dios, sé propicio a mí, pecador”, él observa para ver si manifestaréis compasión con vuestros asociados. La evidencia de nuestra conexión con Dios se manifiesta en que somos misericordiosos, así como nuestro Padre que está en el cielo es misericordioso» (Elena G. White, Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 286).

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EJEMPLOS Y ENSEÑANZAS DE LAS ESCRITURAS
Devoción Matutina para Jóvenes 2022
Narrado por: Daniel Ramos
Desde: Connecticut, Estados Unidos
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