04 DE SEPTIEMBRE
OLVIDARON LA SANTIDAD QUE DIOS REQUIERE
Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario y pusieron fuego e incienso en ellos, y ofrecieron delante del Señor un fuego extraño, que él nunca les mandó ofrecer (Levítico 10:1).
RETROCEDAMOS EN EL TIEMPO HASTA LA ÉPOCA DEL ÉXODO HEBREO. Luego que Dios los liberó de la esclavitud egipcia, le dijo a Moisés: «Harán un santuario en mi honor, y yo habitaré en medio de ellos. El diseño del tabernáculo y de todos sus utensilios lo harán todo en conformidad con todo lo que yo te muestre» (Éxo. 25: 8-9). Todo el pueblo colaboró en la construcción de este santuario y luego de unos meses quedó terminado.
Nadab y Abiú, hijos de Aarón, fueron elegidos sacerdotes del tabernáculo. Eran los más honrados por Dios, después de Moisés y Aarón, y esa honra iba acompañada de la gran responsabilidad que debían desempeñar. Pero cierta vez, estando ebrios, no se percataron de la solemnidad de su trabajo, y «tomaron cada uno su incensario y pusieron fuego e incienso en ellos, y ofrecieron delante del Señor un fuego extraño, que él nunca les mandó ofrecer», La justicia divina actuó inmediatamente y «salió fuego que los quemó, y murieron delante del Señor» (Lev. 10:2).
Al igual que los israelitas, cada sábado nosotros debemos prepararnos para el encuentro con nuestro Creador. En nuestros días no se manifiesta visiblemente la gloria de Dios como lo hacía en el Israel de Moisés, pero su presencia está tan ciertamente en nuestro medio como lo estuvo antes. El deseo de Dios de habitar entre su pueblo no fue de exclusividad israelita; sus requerimientos sobre la santidad que debe reinar entre sus hijos a la hora de adorarlo grupalmente siguen teniendo la misma validez que antes.
También nosotros corremos el riesgo de presentar «fuego extraño» ante su Santa Presencia si dejamos que las modas y la ostentación mundana embriaguen nuestra mente y nuestros sentidos. La vestimenta, la conversación, la música, la postura física y el deseo de aprender de Jesús tienen que estar en armonía con la santidad que Dios requiere de sus hijos. Así como Nadab y Abiú ofrecieron fuego extraño si nos olvidamos de que la iglesia es la casa de Dios y es un lugar santo, nuestra presencia y lo que hagamos en el templo también puede ser una ofensa al Señor
Los adventistas del séptimo día hemos sido escogidos por Dios para levantar en alto la bandera de la verdad; por lo tanto, demostrémosle al mundo y a Dios que sabemos apreciar ese enorme privilegio cuando entramos en su templo.

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EJEMPLOS Y ENSEÑANZAS DE LAS ESCRITURAS
Devoción Matutina para Jóvenes 2022
Narrado por: Daniel Ramos
Desde: Connecticut, Estados Unidos
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