09 DE ENERO
CUIDANDO AL HERMANO MENOR
El Señor le dijo a Caín: «¿Dónde está tu hermano Abel?» Y él respondió: «No lo sé. ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?» (Génesis 4:9).
CAÍN NO HABÍA SOPORTADO que la obediencia y la fe de Abel fueran recompensadas con la aprobación divina, y en un acto de arrebato y locura lo mató (Gén. 4: 8). Después de sosegada la ira, Caín no podía creer lo que había hecho. Sacudió fuertemente el cuerpo esperando encontrar algún signo vital, pero ese cuerpo que horas antes había ofrecido a Dios un sacrificio por el pecado, yacía ahora sin vida.
Horas después, cuando aún estaba presente la imagen mental de Abel sin vida, Caín escuchó una voz clara que le preguntó: «¿Dónde está Abel tu hermano?». Caín no estaba acostumbrado a mentir, pero era demasiado difícil admitir el asesinato, así que con voz casi despreocupada contestó: «No lo sé. ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?». Esa pregunta atrevida de Caín parecía ignorar la responsabilidad del hermano mayor: cuidar al hermano menor.
Los que llevamos años en la iglesia y hemos acumulado gran conocimiento bíblico, tenemos el deber de cuidar a los niños espirituales de nuestra fe. Los que recientemente se han bautizado necesitan que un «hermano mayor» los conduzca y les muestre, por palabra y, por ejemplo, cómo transitar la senda cristiana. Vivimos en tiempos en que se ha «manifestado demasiado el espíritu que induce a preguntar: “¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?”. Dijo el ángel: “Sí, eres guardián de tu hermano. Debes cuidar constantemente a tu hermano, interesarte en su bienestar, y manifestar un espíritu bondadoso y amante hacia él. Uníos, uníos” […] Pregunté al ángel por qué la sencillez había desaparecido de la iglesia, y por qué habían entrado en ella el orgullo y el ensalzamiento […] Dijo el ángel: “Mira, y verás que este sentimiento prevalece: ¿Soy yo guarda de mi hermano? Volvió a decir el ángel: Eres guarda de tu hermano. Tu profesión y tu fe exigen de ti que te niegues a ti mismo y que te ofrendes a Dios, o serás indigno de la vida eterna; porque fue comprada para ti a gran precio, a saber, por la agonía, los sufrimientos y la sangre del amado Hijo de Dios”» (Elena G. White, Testimonios para la iglesia, t. 1, pp. 110-111).
¿Estás cuidando de los hermanos menores de tu iglesia? ¿Te has interesado por ellos? Una corta visita, compartir un almuerzo, una llamada telefónica, un mensaje de texto o un e-mail pueden ser sumamente útiles para mostrar tu cariño y ayudar al «hermano menor» a que prosiga en la senda angosta.

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EJEMPLOS Y ENSEÑANZAS DE LAS ESCRITURAS
Devoción Matutina para Jóvenes 2022
Narrado por: Daniel Ramos
Desde: Connecticut, Estados Unidos
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