16 DE SEPTIEMBRE
LA OTRA GENERACIÓN
Y murió también toda esa generación, y se reunió con sus antepasados. Después de ellos vino otra generación que no conocía al Señor, ni sabía lo que el Señor había hecho por Israel (jueces 2: 10).
POCO A POCO TODOS LOS ISRAELITAS que habían tenido una relación vivencial con Dios habían muerto. Ellos habían palpado el poder de Dios al juntar el maná que caía diariamente, en la nube que los dirigía a través del desierto, en las aguas del río Jordán que se abrieron y en la derrota de todos los enemigos cananeos.
Sus hijos, la «otra generación», conocían el poder de Dios a través de «las historias» contadas por sus padres, pero no habían experimentado en su propia vida dicho poder y por lo tanto se los llama: los que no conocían al Señor.
La iglesia adventista, como pueblo de Dios, no está libre de repetir el mismo error de la «otra generación» de israelitas. Así lo vi en muchos que, siendo hijos de adventistas y que en diversas oportunidades habían escuchado a sus padres contar grandes milagros por la intervención divina, ellos no sabían cómo relacionarse con el Dios de sus padres.
Con una joven de la iglesia a la que llamaré Noelia tuve el siguiente diálogo.
– ¿Qué estás por hacer este verano? – le pregunté.
– No sé, tengo miedo de equivocarme y no sé qué elegir.
– ¿Oraste para que Dios te indique qué hacer?
– No, tengo miedo de que Dios no me conteste, así que prefiero no orar.
– Noelia, ¿cómo puedes tener miedo de contarle tus cosas a Dios?
-No sé, pero es lo que siento, tengo miedo de sentirme defraudada, de que al final tenga que elegir por mi propia cuenta, sabiendo que él no me contestó.
– ¿Entonces me quieres decir que no tienes fe en Dios?
– No, no tengo fe. Escucho a muchos predicar de la fe, en mi propia casa, mis padres trabajan para la obra adventista y tienen fe, pero yo no me animo a confiar.
No es difícil deducir, que, aunque Noelia estaba dentro de la iglesia desde que nació, pertenecía al grupo que «no conocía al Señor». No se animaba a creer en el Señor porque su «fe» se basaba en las historias de otros. Cualquier persona que basa su experiencia cristiana en la vida de otros, no puede estar seguro de que conoce a Dios. Quien lo conoce, cada día tendrá una experiencia personal con él su vida cristiana no se regirá por las historias de fe de otros, sino por las propias.
Y en tu caso, ¿conoces a Dios y experimentaste su poder?

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EJEMPLOS Y ENSEÑANZAS DE LAS ESCRITURAS
Devoción Matutina para Jóvenes 2022
Narrado por: Daniel Ramos
Desde: Connecticut, Estados Unidos
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