19 DE SEPTIEMBRE
UN GRUPO DE ENVIDIOSOS
Finalmente, dijeron: «Nunca vamos a hallar la ocasión de acusar a este Daniel, a menos que la busquemos en algo que tenga que ver con la ley de su Dios» (Daniel 6: 5).
TODO EL CAPÍTULO 6 DEL LIBRO DE DANIEL NO ESTARÍA EN LA BIBLIA si la envidia no hubiera dominado los corazones de los gobernadores y sátrapas del rey Darío. Deseaban ocupar el lugar de Daniel en el reino; les molestaba que Darío haya pensado en ponerlo sobre todos los gobernadores y sátrapas; lo odiaron porque Daniel «era confiable y no tenía ningún vicio ni cometía ninguna falta» (Dan. 6:4).
Cuando presentaron el plan de endiosar a Darío, ellos no deseaban la exaltación del rey. Sencillamente quisieron sacarse a Daniel del medio, pero no tuvieron en cuenta al Dios de Daniel. El Dios que adobara era diferente a los otros dioses; era y es un Dios que escucha los planes más perversos y defiende a sus hijos.
Si bien en el presente nadie echaría a otro en un foso de leones por envidia, la envidia sigue poseyendo muchos corazones. La envidia suele manifestarse de dos maneras. Por un lado, es el deseo desmedido de tener lo que otro tiene. Puede ser un bien material, una persona o cualquier cosa que el envidioso carece. En algunos casos hasta se envidia la sonrisa. Por otro lado, la envidia despierta alegría por la desgracia ajena. Todos los gobernadores y sátrapas no ocuparían el lugar de Daniel si él moría en el foso, pero se alegraban al saber que terminarían con su vida. El envidioso se goza cuando el objeto de su envidia padece una tragedia.
La envidia es un pecado que reina en lo profundo del corazón y que está íntimamente relacionado con la transgresión del décimo mandamiento. Este pecado milenario nació en el corazón de Lucifer cuando deseó ocupar el lugar de Dios en el cielo, y hoy, miles de personas pecan de la misma forma porque no se conforman con lo que tienen.
Si reflexionas contigo mismo, ¿te considerarías un envidioso? ¿Te molesta el éxito ajeno? ¿Te sientes mal cuando alguien conocido progresa económicamente? ¿Se dibuja una sonrisa en tu rostro cuando otro fracasa o vive una tragedia? ¿Estás descontento con lo que tienes y vives deseando lo que tienen los demás?
Si has respondido «si» a alguna de las preguntas anteriores, es posible que tengas el mismo pecado que tuvieron los sátrapas y gobernadores del tiempo de Daniel. Pero no te sientas mal, tiene solución. Jesús, nuestro Salvador, desea limpiarte y transformarte. Ábrele la puerta de tu corazón y ruégale para que te enseñe a vivir feliz con lo que él te da.

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EJEMPLOS Y ENSEÑANZAS DE LAS ESCRITURAS
Devoción Matutina para Jóvenes 2022
Narrado por: Daniel Ramos
Desde: Connecticut, Estados Unidos
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