21 DE JUNIO
¿HAY ALGO DIFÍCIL PARA DIOS?
Jeremías, yo soy el Señor, el Dios de toda la humanidad. ¿Acaso hay algo que me sea difícil? (Jeremías 32: 27).
¿HAS CONSULTADO A DIOS PARA SABER SU VOLUNTAD y te sentiste desconcertado? ¿Sentiste alguna vez que Dios estaba actuando contra la lógica o que estaba haciendo algo mal? ¿No parecía que el Señor se estaba equivocando?
Algo similar se le ocurrió pensar a Jeremías mientras estaba preso en la cárcel del palacio del rey. Un día Dios le habló y le dijo que debía comprarle a su primo Hanameel cierta heredad que estaba a la venta. De manera obediente, cuando llegó Hanameel a vender la heredad, Jeremías la compró ante testigos y firmó las cartas de compra-venta que se usaban para tal fin.
Luego, a solas con Dios, le planteó su situación, y con palabras similares a éstas le dijo: «Señor, ¿cómo es posible que tú me hayas hecho comprar esa heredad, cuando Jerusalén está en la ruina, rodeada por soldados que quieren destruirla, y que como anuncian tus profecías, la quemarán y esto será un montón de ruinas? Lo que hice, ¿no fue un pésimo negocio? ¿A quién se le ocurre comprar algo en esta ciudad que no tiene futuro?».
Ante la vista finita de Jeremías, Jerusalén se encontraba sin porvenir, no solamente porque las profecías así lo señalaban, sino también porque los babilonios tenían la cuidad completamente rodeada. Parece ser que el profeta ignoraba o no podía creer que esa ciudad luego de estar en ruinas y completamente quemada, sería reconstruida y que siglos más tarde caminaría el Salvador del mundo por ella.
Para no dejar a Jeremías sin esperanza y para mostrarle que la compra de la heredad formaba parte también de la profecía de restauración de Jerusalén, Dios le contestó: «Así como descargue todo este gran mal sobre este pueblo, así también derramaré sobre ellos todo el bien que les he prometido […] en los contornos de Jerusalén volverán a comprarse terrenos por dinero, y se harán las escrituras y se sellarán en presencia de testigos. Y esto mismo se hará en las ciudades de Judá, y en las ciudades de las montañas (Jer. 32: 42, 44).
Una pregunta que nosotros debemos hacernos ahora para nuestra reflexión y con toda sinceridad es: ¿Creemos realmente que para Dios no hay nada imposible? ¿Estamos dispuestos a hacer su voluntad y a seguirla, aunque parezca ilógica? Ese mismo Dios, que creó el universo y todo el mundo que nos rodea, desea que le tengamos plena confianza, porque aceptando su omnipotencia reflejamos también nuestra fe en él.

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EJEMPLOS Y ENSEÑANZAS DE LAS ESCRITURAS
Devoción Matutina para Jóvenes 2022
Narrado por: Daniel Ramos
Desde: Connecticut, Estados Unidos
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