23 DE SEPTIEMBRE
CEGADO POR EL PECADO
Incitado por Jezabel, su mujer, se entregó a hacer lo malo a los ojos del Señor (1 Reyes 21: 25).
ACAB FUE UNO DE LOS PEORES REYES que tuvieron las diez tribus del norte de Israel. Entre los detalles que se narran de su vida, la Biblia dice que tomó por esposa a Jezabel, una impía mujer hija del rey sidonio Et-baal. Edificó un templo y levantó un altar a Baal, el dios que Jezabel trajo de su país a las tierras israelitas; Acab miró para otro lado mientras su esposa mataba a los profetas de Dios y aceptó con alegría la viña de Nabot, luego que ella ordenara la muerte de este hombre inocente. A modo de resumen, la Biblia dice: «Acab reinó veintidos años sobre Israel en Samaria, pero a los ojos del Señor sus hechos fueron peores que los de todos los que reinaron antes de él» (1 Rey. 16:30).
Lo que resulta más llamativo es que Acab pertenecía al pueblo de Dios y pecó teniendo a su lado a Elías, uno de los profetas más poderosos de Israel. El pecado lo había cegado de tal forma que no distinguía el bien del mal. Permitió que Jezabel matara a los profetas de Dios y luego, no se opuso cuando Elías hizo degollar a 450 profetas de Baal. Es decir, le daba lo mismo Dios o Baal.
A lo largo de la historia muchos cristianos también erraron como Acab. «La historia del cristianismo demuestra que no todos los que han profesado el nombre de Jesús han estado convertidos. Convencidos de que realizaban la obra de Cristo, los dirigentes eclesiásticos quemaron a hombres, mujeres y niños en la estaca. Emprendieron guerras en el nombre de Jesús, y en su nombre torturaron gente, saquearon pueblos, y ultrajaron a sus habitantes creyendo que lo hacían para la gloria de Dios. Estos siervos de Satanás habían sido cegados por el pecado de tal manera que no podían distinguir la diferencia entre el bien y el mal, entre el pecado y la justicia» (Clifford Goldstein, Desequilibrio fatal, p. 165).
El único que posee la sanidad para la ceguera espiritual es Jesús. El Espíritu de Dios podría haber ayudado a Acab y a los cristianos de la inquisición, pero estos rechazaron su remedio salvífico. Él también desea ayudarnos y quiere abrir nuestros ojos para que sepamos distinguir la verdad del error. Jesús nos prometió a través de su Palabra: «Yo he venido a este mundo para juicio; para que vean los que no ven, y para que los que ven se queden ciegos» (Juan 9:40) y esa promesa está a nuestro alcance si la reclamamos con fe.

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EJEMPLOS Y ENSEÑANZAS DE LAS ESCRITURAS
Devoción Matutina para Jóvenes 2022
Narrado por: Daniel Ramos
Desde: Connecticut, Estados Unidos
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