25 DE DICIEMBRE
SEMEJANTES
«Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre, a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.» Gén.1:26
No podemos comenzar un día de Navidad sin leer Filipenses 2:67: «Él, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomó la forma de siervo y se hizo semejante a los hombres.» ¿Por qué? Porque es el contrapunto de Génesis 1:26. El primer ser humano surge de la semejanza a Dios; por contraste, el principal de los seres del universo llega al ser humano con semejanza de persona.
Podríamos discutir sobre el significado de la expresión en hebreo y griego, podríamos discutir (en esa mentalidad helénica que tanto nos pierde) cuánto era Dios y cuánto era hombre o cuánta tendencia tenía a ser pecador. Sabemos con certeza que se desprendió de los atributos de Creador («igual a Dios») y se hizo criatura («forma de siervo»). Una criatura diminuta y débil en un entorno humilde y desfavorecedor, porque esa es la condición del hombre bajo el pecado. Y el hombre necesitaba un par que le redimiera.
En la fiesta más celebrada de la humanidad, recordamos que Dios se expuso, que dejó su espacio de comodidad y control, porque no podía soportar la indefensión a la que estamos sometidos, porque necesitaba que comprendiésemos cuán parecidos somos y cuántas posibilidades tenemos. Dios no es Dios de distancias, es Dios de proximidad y compromisos. Y si para eso hay que hacerse criatura, se hace criatura; si hay que asimilarse (dejar de ser similar al Padre) se asimila; si hay que simplificarse (igualarse hacia abajo) se simplifica; si hay que abandonar lo eterno y hacerse simultáneo (compartiendo el mismo tiempo se hace simultáneo. Dios no tiene problema en ser semejante a los hombres.
¿De dónde viene tanta generosidad? ¿Por qué tanto compromiso? Es muy sencillo: nos ama. Nos ama desde aquel momento en que creó el entorno para la primera pareja, lleno de detalles e intencionalidad. Nos ama desde los primeros paseos por el jardín del Edén al aire de la mañana y las inocencias. Nos ama desde la Caída, las lágrimas y la promesa. Nos ama con cada consejo y advertencia registrados en ese milagro llamado Palabra. Nos amó en brazos de María y de la mano de José, al curar al enfermo y al sanar almas. Nos amó hasta la mayor de las desemejanzas: la cruz. Nunca alguien tan inocente cargó con tanta humanidad, con tanto dolor, con tanta indefensión.
Nos hizo como él, semejantes. Se hizo como nosotros, semejante. Naceremos, nosotros, de nuevo y, él, mantendrá sus cicatrices, porque somos semejantes. ¡Menudo privilegio tener un Dios así!
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CARÁCTER
Devoción Matutina para Jóvenes 2023
Narrado por: Daniel Ramos
Desde: Connecticut, Estados Unidos
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|| www.drministries.org ||
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