25 DE OCTUBRE
SE LOS LLAMABA «HIJOS DEL TRUENO»
Al ver esto, sus discípulos Jacobo y Juan dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos que caiga fuego del cielo, como hizo Elías, para que los destruya?» (Lucas 9: 54).
LOS QUE LLEGARON A SER TESTIGOS DE CRISTO en el primer siglo de nuestra Lera no estuvieron libres de errores en sus comienzos. Jesús no eligió a sus discípulos por lo que eran, sino que mirando con ojo divino, los llamó porque sabía lo que esos hombres llegarían a ser si se dejaban transformar por el Espíritu Santo.
Los hijos de Zebedeo, Jacobo y Juan, tenían un temperamento muy fuerte; por eso Jesús los llamó «Hijos del trueno». Ese carácter iracundo y combativo se manifestó cuando al viajar hacia Jerusalén quisieron hospedarse en una aldea de samaritanos. Como los samaritanos se negaron, Jacobo y Juan, citando las Escrituras, le preguntaron a Jesús; «¿Quieres que mandemos que caiga fuego del cielo, como hizo Elías, para que los destruya?».
También en la actualidad forman parte de nuestra iglesia muchas personas con una personalidad fuerte e iracunda. Quizá nadie los llame «hijos del trueno», pero son personas temidas, porque ante una situación que les desagrada estallan con palabras hirientes e ira. Ese carácter se manifiesta en el hogar, en el trabajo, con los amigos y en la iglesia. Siempre están envueltos en peleas, discordias y divisiones porque no saben tratarse en paz con sus semejantes. Tristemente, muchas de esas personas con un carácter pendenciero manchan la reputación de la iglesia y son responsables de que, algunos por ser maltratados terminen abandonando nuestra fe.
Jacobo y Juan tenían un carácter temible, pero el amor, la paz y el gozo que inundaba de la vida de su Maestro se plasmara en sus corazones como un sello marcado a fuego. Juan, años más tarde escribió: «Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad»; y también: «Amados, si Dios nos ha amado así, nosotros también debemos amarnos unos a otros» (1 Juan 3: 18; 4: 11). Al leer estas palabras tan dulces y llenas de amor, es posible ver la obra transformadora del Espíritu Santo.
Aquel que realizó el cambio en el corazón de Jacobo y Juan, está dispuesto hoy a realizar el cambio necesario en cada uno de sus hijos. Tener una carácter apacible, bondadoso y lleno de amor es posible si le permitimos al Espíritu de Cristo que quite «el corazón de piedra» y nos dé «un corazón sensible» (Eze. 36:26).

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EJEMPLOS Y ENSEÑANZAS DE LAS ESCRITURAS
Devoción Matutina para Jóvenes 2022
Narrado por: Daniel Ramos
Desde: Connecticut, Estados Unidos
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