30 DE JUNIO
UN NOMBRE NUEVO
Entonces las naciones verán tu justicia; todos los reyes contemplarán tu gloria. Entonces recibirás un nombre nuevo, que el señor mismo te pondrá (Isaías 62: 2).
LLEGUÉ A ESE PUEBLO DE 7000 HABITANTES a través de un grupo de colportores. Ellos habían trabajado arduamente y habían conseguido un gran número de interesados para estudiar las Escrituras. Llegué feliz a ese lugar, visitamos a todos los interesados y alquilamos el salón de un colegio para congregarnos y tener nuestro culto.
Viajaba desde mi ciudad con diferentes jóvenes de la iglesia para seguir dando los estudios bíblicos y apoyando los cultos en el salón. Después de un año y medio de trabajo, los resultados habían sido muy pobres. Ese lugar que prometía tener una abundante cosecha, solo había dado escasos resultados y en la mente de todos estaba la incógnita en qué había estado la falla.
Una mujer de ese pueblo que se había mostrado interesada, pero que se negó al bautismo, al escuchar mi perplejidad sobre los resultados obtenidos me dijo: «Pastor, el problema fue su nombre. Usted nunca debería haberse presentado como “pastor”, porque ese nombre está mal visto».
En el lugar había tres pastores evangélicos. El primero había levantado un corralón de materiales de construcción y una gran ferretería con el dinero de la iglesia. El segundo, había tomado la mujer de un primo como esposa y la había hecho abandonar a los cinco hijos que tenía para que conviviera con él. Aunque del hecho habían pasado más de veinte años, la gente del pueblo nunca se olvidó como estaba constituido ese matrimonio pastoral. El tercero, había estado involucrado en un escándalo sexual relacionado con una de las damas del coro de la iglesia. Él negó todo, hasta que la mujer dio a luz un niño que era idéntico a él. Las pruebas de ADN no eran necesarias para conocer la paternidad de ese niño.
El término «pastor» estaba manchado, sucio, con una connotación sumamente negativa en aquel lugar de Buenos Aires.
Todos los que nacimos en esta tierra tenemos nombres contaminados y manchados por el pecado. No hay nadie que pueda mostrar su nombre sin que esté relacionado con una falta o con un error. Desde Adán hasta el último niño que nazca en esta tierra, todos por igual están afectados y contaminados.
Pero para un grupo pequeño, para aquellos que aceptaron a Cristo como Salvador y Señor de sus vidas, está la promesa de vida eterna y de un «nombre nuevo» sin relación con el pecado. Cuando Cristo vuelva cambiará todo en este mundo, incluso nuestros nombres, para que la perfección y la santidad de Jesús se vean reflejadas en sus criaturas.

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EJEMPLOS Y ENSEÑANZAS DE LAS ESCRITURAS
Devoción Matutina para Jóvenes 2022
Narrado por: Daniel Ramos
Desde: Connecticut, Estados Unidos
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