04 DE ENERO
DIOS TE BUSCA
«El Señor le dijo: “¿Por qué te enojas y pones mala cara?”» (Génesis 4:6).
Cuando Caín nació, sus padres tenían la esperanza de que fuera el hijo de la promesa, nunca imaginaron que sería el primer asesino. La raíz del crimen contra su hermano fue el enojo. Resulta absurdo identificar el origen del problema, pues estuvo relacionado con la adoración a Dios. Recuerda que en cuanto al asunto de cómo, cuándo, dónde y con qué debemos adorar al Señor, siempre es él quien pone las reglas. En aquellos días el elemento clave era el cordero.
El enojo siempre acarrea graves consecuencias. Cicerón, un filósofo griego, afirmó que el enojo es un estado pasajero de locura. Sin embargo, debemos advertir que todos nos enojamos en ciertas ocasiones. En realidad, algunos se enojan como una llamarada, así como se enciende rápido se disipa. O sea, puedes molestarte con tu amigo en un juego, pero después de unos minutos el asunto se olvida y siguen jugando.
Por otra parte, otros se enojan como una tenue llama que puede ser débil, pero constante. Es decir, el enojo permanece aun cuando no se exteriorice en una conducta arrebatada. Mientras la persona alberga estos sentimientos y emociones, es capaz de aparentar que no ocurre nada, puede platicar hipócritamente con quien está enojado y al mismo tiempo, puede maquinar fríamente cómo vengarse. Este es el tipo de enojo que Jesús prohíbe; desafortunadamente, así se enojó Caín.
Dios hizo lo que pudo para evitar este triste desenlace. Buscó a Caín para ayudarlo y para asegurarle que podía dominar su espíritu conflictivo. Pero Caín no prestó atención. Prefirió guardar en su mente pensamientos de odio e ira contra su hermano. En lugar de arrepentirse y adorar a Dios como él había indicado, ideó cómo vengarse. Por lo tanto, decidió engañarlo, lo invitó a dar un paseo en el campo, aparentó que su enojo había quedado atrás, y entonces lo mató.
El pecado trajo consecuencias terribles. De Génesis 3 a 4 hay una gran diferencia en la respuesta de Adán y Caín al llamado divino. Dios preguntó: «¿Dónde estás?» Y Adán respondió: tuve miedo y por eso me escondí. Después, Dios le preguntó a Caín: «¿Dónde está tu hermano Abel? » Y Caín dijo: «No lo sé. ¿Acaso es mi obligación cuidar de él?» (Génesis 4: 9). Dios siempre te va a buscar, ¿cómo le responderás?

===================
SIGUIENDO LAS HUELLAS
Devoción Matutina Para Menores 2023
Narrado por: Linda Rumrrill
Desde: Gran Canaria, España
===================
|| www.drministries.org ||
===================