04 DE MAYO
INGRATITUD EN EL DESIERTO

«Llamó el nombre de aquel lugar Kibrot-hataava, por cuanto allí sepultaron al pueblo codicioso» (Números 11: 34, RV1960).

Algunas personas siempre se quejan aun cuando todo va bien. Otros, a pesar de alguna enfermedad o problema, conservan una actitud de paz, optimismo y esperanza. Israel fue ingrato con Dios que le proveía todo lo necesario para subsistir. De repente, muchos israelitas añoraron lo que comían en Egipto y exigieron carne, pescado, melones, pepinos, cebollas y ajo (vers. 4-5). El problema no era la comida, sino su deseo de regresar a Egipto solamente por la comida. ¿Acaso preferían ser esclavos solo para comer eso? La respuesta es sí. Demostraron que no valoraban la libertad, ni los milagros que acompañaron su liberación.
El verdadero problema era su irracional exigencia en un lugar donde no había tiendas, ni mar, ni tierra fértil. Cuando llegaran a Canaán tendrían esa comida y mucha más variedad. Muchos israelitas se disgustaron por lo que no tenían, en lugar de enfocarse y agradecer lo que sí tenían. Eso trajo amargura y descontento a sus corazones. Su actitud rebelde y obstinada se volvió un pecado, transgredieron el décimo mandamiento que habla de la codicia. «Codicia» es un vivo deseo por poseer lo que no podemos o no debemos tener. La actitud opuesta a la codicia es la gratitud. El apóstol Pablo escribió que siempre debemos estar gozosos y dar gracias a Dios por todo (1 Tesalonicenses 5:16, 18).
Al despreciar el maná estaban rechazando a Dios (vers. 20). ¿Será que hoy nosotros podríamos cometer un error semejante? Cuando descuidamos el alimento espiritual del cielo, el maná que es Jesús en su Palabra, incurrimos en un error similar. Así como el maná era suficiente para que ellos vivieran, la lectura de la Biblia nos brinda todo lo necesario para vivir sabiamente, incluso hasta el día en que estemos con Jesús.
Muchos murieron ese día no por un castigo divino, sino porque comieron intemperantemente, por la rebelión de sus corazones y porque sus pensamientos y su corazón estaban en Egipto (vers. 19-20). ¿Qué sentido tenía caminar a un lugar adonde no querían ir? El apóstol Pablo razona: «Esto les sucedió a nuestros antepasados como un ejemplo para nosotros, y fue puesto en las Escrituras como una advertencia para los que vivimos en estos tiempos últimos» (1 Corintios 10: 11).
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SIGUIENDO LAS HUELLAS
Devoción Matutina Para Menores 2023
Narrado por: Linda Rumrrill
Desde: Gran Canaria, España
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