06 DE ABRIL
LA FUENTE DE BRONCE

«Haz una palangana de bronce, con su base del mismo metal, que sirva para lavarse; ponla entre la tienda del encuentro y el altar, y llénala de agua» (Éxodo 30: 18).

La Biblia no informa las medidas de esta fuente, pero lo importante es conocer qué se hacía ahí y qué significa para nosotros hoy. Esta fuente estaba en el atrio y los sacerdotes debían quitar las impurezas de sus manos y sus pies en ella, justamente antes de entrar al lugar santo. La razón de sus impurezas no se debía a sus faltas personales, sino al hecho de estar en contacto con los animales y con la sangre que derramaban en los diferentes sacrificios que ahí se realizaban.
Aunque al aceptar el sacrificio de Jesucristo su sangre nos concede la purificación total de nuestras vidas, en nuestro diario vivir llegamos a contaminarnos consciente o inconscientemente. Por lo tanto, es necesaria el agua que sirve para refrescar nuestra devoción a Dios. En el Nuevo Testamento el agua simboliza el Espíritu Santo (Juan 7: 37-39) y la Palabra de Dios (Salmo 119: 9). Cuando estos dos elementos se unen, producen en nuestro interior una transformación de la vida. Cuando Jesús se entrevistó con Nicodemo le dio esta receta: «Jesús le contestó: “Te aseguro que el que no nace de agua [La Biblia] y del Espíritu [el Espíritu Santo], no puede entrar en el reino de Dios”» (Juan 3:5). Es nuestra responsabilidad aceptar el método divino para que Dios nos transforme a su imagen y semejanza.
Un dato interesante en cuanto a cómo edificaron la fuente lo encontramos en Éxodo 38: 8: «Con los espejos de las mujeres que servían a la entrada de la Tienda del Encuentro, Bezaleel hizo la palangana de bronce y su base del mismo metal». La Biblia también puede compararse a un espejo. Nos muestra nuestra condición, nuestra necesidad y nos indica dónde podemos encontrar la fuente de agua viva. La Biblia nos puede proporcionar valiosa información histórica, profética, arqueológica, pero todo resulta insuficiente si el Espíritu Santo no se involucra. Solo mediante su milagrosa intervención las enseñanzas de la Palabra de Dios pueden llegar a ser parte de nuestra naturaleza. Entonces podremos llevar vidas transformadas que honren a Dios y ser así nuevas criaturas.
Tanto la Biblia como el Santo Espíritu representan el agua. Hoy es una buena idea refrescarnos con esta bendita agua celestial.

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SIGUIENDO LAS HUELLAS
Devoción Matutina Para Menores 2023
Narrado por: Linda Rumrrill
Desde: Gran Canaria, España
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