06 DE AGOSTO
CONSTRUCCIÓN Y ORGANIZACIÓN

«En el cuarto año del reinado de Salomón, en el mes de Ziv, se echaron los cimientos del templo del Señor; y en el año once de su reinado, en el mes de Bul, que es el octavo mes del año, se terminó el templo en todos sus detalles, según la totalidad del proyecto. En siete años lo construyó Salomón» (1 Reyes 6: 37-38).

Siete años le tomó a Salomón dirigir la construcción del templo. En su momento fue una magna obra. Si bien David fue el de la idea, pero no la concretó, si pudo aportar su riqueza para la edificación. Por ejemplo: «Entrego para el templo el oro y la plata […] cien mil kilos del oro más fino, doscientos treinta mil kilos de plata refinada para cubrir las paredes de los edificios» (1 Crónicas 29: 3-4). Su ejemplo impulsó al pueblo a contribuir generosa y alegremente. Cuando visualizas un templo con este tipo de materiales, te puedes dar una idea de la belleza y majestuosidad. Si bien, los materiales no son lo más importante, sino los adoradores, este incidente nos enseña que siempre debemos entregarle a Dios lo mejor que poseamos. En el caso de Israel, en ese momento, ellos tenían para dar oro y plata, y los entregaron con júbilo.
Pero no todo se limitaba al edificio, era necesaria una organización para los servicios que se iban a llevar a cabo. Por lo tanto, el mismo David especificó el orden de los levitas (1 Crónicas 23), el orden de los sacerdotes (1 Crónicas 24), los músicos y cantores (1 Crónicas 25) y los funcionarios, algo semejante a la labor que hoy realizan en el templo los diáconos y diaconisas (1 Crónicas 26). Estos grupos involucraban a una gran cantidad de personas y familias que estaban dispuestas a servir en la Casa de Dios.
Sin duda, la actividad más sobresaliente y por la cual debía ser conocido el templo es por la oración. De hecho, llegó a conocerse como «Casa de oración». La asistencia a orar no se limitaría a Israel, sino que gente de todas las naciones serían bienvenidas para buscar a Dios en oración. El profeta Isaías lo menciona así: «Yo los traeré a mi monte sagrado y los haré felices en mi casa de oración. Yo aceptaré en mi altar sus holocaustos y sacrificios, porque mi casa será declarada casa de oración para todos los pueblos» (56: 7).
Aún hoy, antes de entender la iglesia como un sitio de sociabilidad, de educación, de predicación o de buena música, podemos entenderla como un sitio ideal para platicar con Dios y asimismo escuchar su voz.

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SIGUIENDO LAS HUELLAS
Devoción Matutina Para Menores 2023
Narrado por: Linda Rumrrill
Desde: Gran Canaria, España
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