06 DE SEPTIEMBRE DEL 2023
MANASÉS
El Señor habló a Manasés y a su pueblo, pero no le hicieron caso […] Pero cuando se halló en aflicción invocó al Señor su Dios, y se humilló profundamente ante el Dios de sus antepasados» (2 Crónicas 33: 10, 12).
Manasés empezó a reinar cuando tenía doce años, fue el rey que más profanó el templo, favoreció la idolatría y persiguió a los sacerdotes y profetas que querían seguir la voluntad de Dios, a pesar de ser testigo del fiel trabajo que efectuó su padre, Ezequías. Esto nos recuerda que la salvación es exclusivamente personal.
Hay ocasiones en que el mal se arraiga; este es el caso de Judá en tiempos de Manasés, fue el que más reinó, cincuenta y cinco años. Él fomentó la adoración a las estrellas e instituyó encantadores y adivinos; en consecuencia, Dios se comunicó con su pueblo advirtiéndole lo que sucedería mediante tres ejemplos.
En primer lugar, Dios anticipó la caída de Judá comparándolo con un fuerte ruido. De acuerdo a los especialistas, nuestros oídos solo deberían exponerse a ochenta y cinco decibeles. Sin embargo, exponerse al sonido de la música en los audífonos en el volumen más alto del reproductor, puede alcanzar ciento cinco decibeles, esto no es sano. Pero lo que Dios anticipó que iba a ocurrir sería tan malo que a las personas les iba a doler los oídos solo de escuchar la catástrofe venidera. Hoy, Jesús le anticipa al mundo lo que ocurrirá si las personas no se preparan para su regreso. Debido a la maldad y desobediencia, el Señor va a destruir este mundo. Si ese mensaje nos inquieta los oídos, preparémonos y recurramos a él en busca de perdón.
En segundo lugar, Dios destaca cómo fue tratada y juzgada Samaria (en el reino del norte) en los días de Acab. Así sería evaluado Judá, sería llevada al cautiverio y sus ciudades destruidas. Por último, ilustra a Judá con un plato muy sucio que se friega fuertemente y luego se pone boca abajo; Judá quedaría desolada (2 Reyes 21: 12-13).
En efecto, el juicio empezó por la casa del rey, el ejército tomó cautivo a Manasés y lo llevó a Babilonia. En esa condición, oró a Dios en busca de misericordia. Se arrepintió de todo el mal que había causado. Formidablemente, Dios atendió su oración, lo perdonó, lo libertó, le permitió regresar a Jerusalén y reparar gran parte del daño que él mismo había iniciado (2 Crónicas 33: 13-16).
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SIGUIENDO LAS HUELLAS
Devoción Matutina Para Menores 2023
Narrado por: Linda Rumrrill
Desde: Gran Canaria, España
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