12 DE OCTUBRE
EL PROFETA FUGITIVO
«Anda, vete a la gran ciudad de Nínive y anuncia que voy a destruirla, porque hasta mí ha llegado la noticia de su maldad» (Jonás 1: 2).
De acuerdo con 2 Reyes 14: 25, Jonás era hijo de Amitai y originario de Gat-hefer. «Jonás» significa «paloma», lo cual describe muy bien su función, pues tenía un mensaje para comunicar. Era originario del reino del norte y mensajero para ellos. Sin embargo, lo conocemos mejor por su experiencia en Nínive. Su comisión para predicar fuera de Israel nos recuerda que Dios contempla todo lo que ocurre en cada país del mundo. No obstante, nunca pedirá cuentas a nadie sin antes concederle múltiples oportunidades, ya sea una nación o una persona. Por lo tanto, no iba a destruir Nínive sin antes enviarle un mensaje de oportunidad.
Si bien Dios llamó a Jonás a dirigirse hacia el oriente, él decidió dirigirse al occidente. ¿Por qué? Le pareció absurdo llevar un mensaje de misericordia y amor divinos a la capital de Asiria, lugar que se había caracterizado por su enemistad contra Israel. Así que: «En lugar de obedecer, trató de huir del Señor, y se fue al puerto de Jope, donde encontró un barco que estaba a punto de salir para Tarsis; entonces compró pasaje y se embarcó para ir allá «(vers. 3).
El profeta trató de huir, pero nadie puede esconderse de Dios. El salmista escribió: «¡Sabes todas mis andanzas, sabes todo lo que hago!»> (139: 3). Lo que sí es posible es escapar de los caminos de Dios. Jonás empezó un camino descendente del cual le sería imposible salir por su propio esfuerzo: primero descendió a un puerto, después al barco; posteriormente, al agua; por último, terminó en el interior de un enorme pez.
Interesante que el profeta encontrara justo un barco rumbo a Tarsis al momento de llegar a Jope. No había salidas diarias a esa ciudad, pues el viaje se estimaba en al menos cuatro meses. Tarsis estaba ubicada en el extremo occidental del mundo conocido de esa época (hoy sur de España). Satanás procura allanarnos el camino cuando pretendemos alejarnos de Dios. La embarcación le serviría para que los ninivitas no escucharan el mensaje y fueran destruidos, junto con el mensajero.
Por absurdo que parezca, Jonás tuvo que pagar un costoso boleto, no tanto en suma de dinero sino en cantidad de malas experiencias. Su decisión nos recuerda que mientras la salvación es gratuita, rechazar a Jesús implica que «el pago que da el pecado es la muerte» (Romanos 6:23).
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SIGUIENDO LAS HUELLAS
Devoción Matutina Para Menores 2023
Narrado por: Linda Rumrrill
Desde: Gran Canaria, España
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