19 DE AGOSTO
DIOS SUSTENTA
«Allí podrás beber agua del arroyo, y he ordenado a los cuervos que te lleven comida» (1 Reyes 17: 4).
No bastaba la seguridad para las personas fieles a Dios, necesitaban alimentos durante tres años y medio. Nuevamente, Dios se manifestó de diversas formas para satisfacer sus necesidades. En primer lugar, Dios se valió de animales impuros para llevar comida pura (pan y carne) a Elías. Un milagro que se repitió día a día mientras hubo agua para beber del arroyo (vers. 6).
Posteriormente, Dios le ordenó al profeta acudir al sitio menos esperado para sustentarlo. Al hogar de una mujer pobre. Aunque ella y su hijo vivían más allá de las fronteras de Israel, la carencia de alimento también había afectado esa zona. Esta mujer no era parte del pueblo de Dios, en consecuencia, no era creyente. Lo cierto es que Elías llegó en el momento indicado, cuando ella tenía solo la última provisión de alimento: un puñado de harina y un poco de aceite (vers. 13). De no haber llegado el profeta, de seguro esa iba a ser su última comida antes de morir. Entonces el profeta la desafió a creer en Dios y manifestarlo al prepararle ese alimento con la esperanza de que el Eterno iba a suplirle a los tres durante el tiempo que restaba de sequía (vers. 14).
La mujer creyó al mensaje de Elías y fue sensata, después de todo, lo único que ella podía asegurarle a su hijo era comida para un día, pero Dios le prometió comida para muchos días. ¿De qué le hubiera servido ser egoísta? Su hipotético egoísmo le hubiera servido solo para un día. Afortunadamente, ella tuvo fe. Jesús la usó como ejemplo de fe para los judíos egoístas y exclusivistas en Lucas 4: 25-26.
Hoy nosotros somos como esa viuda. Nuestros mejores esfuerzos sin Dios solo nos aseguran «un día»; en cambio, si aceptamos la oferta divina, que a veces nos puede parecer absurda o desafiante, Dios nos asegura la vida eterna. Si la aceptas, tu ejemplo influirá en muchos para que también acepten a Jesús.
Por último, Elías llegó a un lugar adonde Dios no lo mandó: debajo de una retama (enebro). Con la actitud que Dios no deseaba: quería morirse. Y con una oración absurda: «i Quítame la vida!» (19: 4). A pesar de que a veces podemos orar enojados con Dios por nuestras circunstancias, él nos escucha y nos responde de acuerdo a nuestra necesidad. En este caso, la necesidad de Elías era agua, comida y descanso. Dios le proveyó todo eso.
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SIGUIENDO LAS HUELLAS
Devoción Matutina Para Menores 2023
Narrado por: Linda Rumrrill
Desde: Gran Canaria, España
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