SÁBADO, 1° DE OCTUBRE
MUERTE EN UN MUNDO PECAMINOSO
Cuando todos los ángeles se inclinaron ante él para reconocer su supremacía, gran autoridad y derecho de gobernar, se inclinó con ellos, pero su corazón estaba lleno de envidia y odio. Cristo formaba parte del consejo especial de Dios para considerar sus planes, mientras Lucifer los desconocía. No comprendía, ni se le permitía conocer los propósitos de Dios. En cambio, Cristo era reconocido como Soberano del Cielo, con poder y autoridad iguales a los de Dios. Lucifer creyó que él era favorito en el cielo entre los ángeles. Había sido sumamente exaltado, pero eso no despertó en él ni gratitud ni alabanzas a su Creador. Aspiraba llegar a la altura de Dios mismo. Se glorificaba en su propia exaltación… Había estado cerca del gran Creador y los persistentes rayos de la gloriosa luz que rodeaban al Dios eterno habían resplandecido especialmente sobre él. Pensó en cómo los ángeles habían obedecido sus órdenes con placentera celeridad. ¿No eran sus vestiduras brillantes y hermosas? ¿Por qué había que honrar a Cristo más que a él? (La historia de la redención, p. 14).
En medio del huerto, cerca del árbol de la vida, se alzaba el árbol del conocimiento del bien y del mal, destinado especialmente por Dios para ser una prenda de la obediencia, la fe y el amor de Adán y Eva hacia él. Refiriéndose a este árbol, el Señor ordenó a nuestros primeros padres que no comieran de él, ni lo tocaran, porque si lo hacían morirían. Les dijo que podían comer libremente de todos los árboles del huerto, menos de este, porque si comían de él seguramente morirían.
Cuando Adán y Eva fueron instalados en el hermoso huerto, tenían todo cuanto podían desear para su felicidad. Pero Dios, para cumplir sus omniscientes designios, quiso probar su lealtad antes que pudieran ser considerados eternamente fuera de peligro. Habían de disfrutar de su favor, y él conversaría con ellos, y ellos con él. Sin embargo, no puso el mal fuera de su alcance. Permitió que Satanás los tentara. Si soportaban la prueba gozarían del perpetuo favor de Dios y de los ángeles del cielo (La historia de la redención, p. 24).
La gran controversia entre el error y la verdad, entre la luz y las tinieblas, entre el poder de Dios y las usurpaciones que ha intentado el enemigo de toda justicia, es ciertamente un espectáculo que merece atraer la atención de todos los mundos. El que exista una tal controversia como resultado del pecado, y que ella haya de pasar por diversas etapas, para terminar al fin en forma que redunde para la gloria de Dios y la mayor exaltación de sus siervos leales, es algo tan seguro como que la Biblia es una comunicación de Dios a los hombres…
Una época tal es la actual, puesto que todo indica que podemos albergar la esperanza de que este largo conflicto se acerca a su fin (Historia de los patriarcas y profetas, p. 5).
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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
IV TRIMESTRE DEL 2022
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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