MIÉRCOLES, 02 DE MARZO
EL CAMINO NUEVO Y VIVO A TRAVÉS DEL VELO
Los que verdaderamente creen en Cristo se sientan junto a él en los lugares celestiales. Aceptemos la insignia del cristianismo. No es un distintivo externo, no es usar una cruz o una corona, sino algo que revela la unión del hombre con Dios…
“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimulamos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. Hebreos 10:19-25 (Alza tus ojos, p. 231).
La intercesión de Cristo en nuestro favor presenta sus méritos divinos al ofrecerse a sí mismo al Padre como nuestro sustituto y garante; pues ascendió a lo alto para expiar nuestras transgresiones… “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”. Hebreos 7:25.
De estos pasajes resulta claro que no es la voluntad de Dios que usted desconfíe y torture su alma con el temor de que Dios no lo aceptará por ser pecador e indigno… Presente su caso ante él, invocando los méritos de la sangre vertida en la cruz del Calvario en su favor. Satanás lo acusará de ser un gran pecador, y usted tendrá que admitir que lo es, pero puede decir: “Sé que soy un pecador, y por eso necesito un Salvador. Jesús vino al mundo a salvar pecadores. “La sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado’… No tengo méritos o bondad con que reclamar la salvación, pero presento delante de Dios la sangre plenamente expiatoria del inmaculado Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Ese es mi único argumento. El nombre de Jesús me da acceso al Padre. Sus oídos y su corazón están atentos a mi más débil súplica, y él satisface mis necesidades más profundas” (Reflejemos a Jesús, p. 67).
Cristo vino para dar al mundo un ejemplo de lo que podría ser la humanidad perfecta unida con la divinidad. Presentó al mundo una nueva fase de la grandeza cuando exhibió su misericordia, compasión y amor. Dio a los hombres una nueva interpretación de Dios. Como cabeza de la humanidad, enseñó a los hombres lecciones en la ciencia del gobierno divino, por las cuales reveló la rectitud de la reconciliación de la misericordia y la justicia (Mensajes selectos, t. 1, p. 305).
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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
I TRIMESTRE DEL 2022
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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