LUNES, 03 DE ENERO
JESÚS ES NUESTRO MEDIADOR
Como cuarenta días después del nacimiento de Jesús, José y María le llevaron a Jerusalén, para presentarle al Señor y ofrecer sacrificio. Ello estaba de acuerdo con la ley judaica, y como substituto del hombre, Jesús debía conformarse a la ley en todo detalle. Ya había sido sometido al rito de la circuncisión, en señal de su obediencia a la ley …

[L]a ley estatuía que si los padres eran demasiado pobres para traer un cordero, podía aceptarse un par de tórtolas o de pichones de palomas, uno para holocausto y el otro como ofrenda por el pecado.

Las ofrendas presentadas al Señor debían ser sin mácula. Estas ofrendas representaban a Cristo, y por ello es evidente que Jesús mismo estaba exento de toda deformidad física. Era el “cordero sin mancha y sin contaminación”. Su organismo físico no era afeado por defecto alguno; su cuerpo era sano y fuerte. Y durante toda su vida vivió en conformidad con las leyes de la naturaleza. Tanto física como espiritualmente, era un ejemplo de lo que Dios quería que fuese toda la humanidad mediante la obediencia a sus leyes (El Deseado de todas las gentes, p. 34).

La intercesión de Cristo por el hombre en el Santuario celestial es tan esencial para el plan de la salvación como lo fue su muerte en la cruz. Con su muerte dio principio a aquella obra para cuya conclusión ascendió al cielo después de su resurrección. Por la fe debemos entrar velo adentro, “donde entró por nosotros como precursor Jesús”.
Hebreos 6:20. Allí se refleja la luz de la cruz del Calvario; y alii podemos obtener una comprensi6n más clara de los misterios de la redención, La salvación del hombre se cumple a un precio infinito para el cielo; el sacrificio hecho corresponde a las más amplias exigencias de la ley de Dios quebrantada. Jesús abrió el camino que lleva al trono del Padre, y por su mediación pueden ser presentados ante Dios los deseos sinceros de todos los que a él se allegan con fe (El conflicto de los siglos, p. 479).

El Redentor del mundo, oculto en la columna de nube, estaba en comunión con Israel No digamos, pues, que ellos no tenían a Cristo. Cuando el pueblo tuvo sed en el desierto y se entregó a murmuraciones y quejas, Cristo fue para él lo que es para nosotros: un Salvador lleno de tierna compasión, el Mediador entre ellos y Dios. Después de que hayamos hecho nuestra parte en limpiar el templo del alma de la contaminación del pecado, la sangre de Cristo es eficaz para nosotros como lo fue para el antiguo Israel (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 6, p. 1061).

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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
I TRIMESTRE DEL 2022
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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