MARTES, 04 DE ENERO
JESÚS ES NUESTRO DEFENSOR
Por media de Jesucristo, el Señor Dios tiende siempre su mano en señal de invitación a los pecadores y caídos. A todos los quiere recibir. A todos les da la bienvenida. Se gloria en perdonar a los mayo res pecadores. Arrebatan la presa al poderoso, libertará al cautivo, sacara el tizón del fuego. Extenderá la cadena de oro de su gracia hasta las simas más hondas de la miseria humana, y elevara al alma más envilecida por el pecado.

Todo ser humano es objeto del interés amoroso de Aquel que dio su vida para convertir a los hombres a Dios. Como el pastor de su rebaño, cuida de las almas culpables y desamparadas, expuestas a La aniquilaci6n por los ardides de Satanás (El ministerio de curación, p. 119).

Cada hombre está libre para elegir el poder que quiera ver dominar sobre él. Nadie ha caído tan bajo, nadie es tan vil que no pueda hallar liberación en Cristo. El endemoniado, en lugar de oraciones, no podía sino pronunciar las palabras de Satanás; sin embargo, la muda súplica de su corazón fue oída. Ningún clamor de un alma en necesidad, aunque no llegue a expresarse en palabras, quedara sin ser oído. Los que consienten en hacer pacta con el Dios del cielo, no serán abandonados al poder de Satanás o a las flaquezas de su propia naturaleza. Son invitados por el Salvador: “Echen mano … de mi fortaleza; y hagan paz conmigo. ¡Si, que hagan paz conmigo!” Isaías 25:5. Los espíritus de las tinieblas contenderán por el alma que una vez estuvo bajo su dominio. Pero los ángeles de Dios lucharan por esa alma con una potencia que prevalecerá. El Señor dice: “¿Será quitada la presa al valiente? o ¿libertaráse la cautividad legitima? Así empero dice Jehová: Cierto, la cautividad será quitada al valiente, y la presa del robusto será librada; y tu pleito yo lo pleiteare, y yo salvare a tus hijos”. Isaías 49:24, 25 (El Deseado de todas las gentes, p. 224).

La obra de vencer el mal debe ser hecha por la fe. Los que salgan al campo de batalla encontraran que deben revestirse de toda la armadura de Dios. El escudo de la fe será su defensa, y los habilitara a ser más que vencedores. Ninguna otra cosa tendrá valor sino la fe en Jehová de los ejércitos, y la obediencia a sus órdenes. Los vastos ejércitos pertrechados con todas las otras casas no tendrán valor alguno en el último gran conflicto. Sin fe, una hueste angélica no podría ayudar. Solamente la fe viva los hará invencibles, y los habilitara para subsistir en el día malo, manteniéndose firmes, inconmovibles, ‘Y conservando firme hasta el fin el comienzo de su confianza (Consejos para los maestros, p. 174).

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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
I TRIMESTRE DEL 2022
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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