JUEVES, 05 DE ENERO
TESOROS EN EL CIELO
Los goces y el consuelo del verdadero cristiano deben cifrarse en el cielo, y así sucederá. Las almas anhelantes de aquellos que probaron las potestades del mundo venidero y participaron de los goces celestiales, no se satisfarán con las cosas de la tierra. Los tales hallarán bastante que hacer en sus momentos libres. Sus almas serán atraídas hacia Dios. Donde esté el tesoro, allí estará el corazón, manteniéndose en dulce comunión con el Dios que aman y adoran. Su diversión consistirá en contemplar su tesoro: la santa ciudad, la tierra renovada, su patria eterna. Y mientras se espacien en aquellas cosas sublimes, puras y santas, el cielo se acercará, y sentirán el poder del Espíritu Santo, lo cual tenderá a separarlos cada vez más del mundo y les hará encontrar su consuelo y su gozo principal en las cosas del cielo, su dulce hogar. El poder de atracción hacia Dios y el cielo será entonces tan grande que nada podrá desviar sus mentes del gran propósito de asegurar la salvación del alma y honrar y glorificar a Dios (Primeros escritos, pp. 112, 113).
Si el ojo es bueno, si se lo dirige hacia el cielo, la luz del cielo inundará el alma, y las cosas terrenas parecerán insignificantes y sin atractivo. Cambiarán los propósitos del corazón y se atenderá la amonestación de Jesús. Haremos nuestro tesoro en el cielo. Nuestros pensamientos se fijarán en las grandes recompensas de la eternidad. Todos nuestros planes los haremos con referencia a la vida futura e inmortal. Nos sentiremos atraídos hacia nuestro tesoro. No nos ocuparemos de nuestros intereses mundanos, pero en todas nuestras empresas nos formularemos esta pregunta silenciosa: “Señor, ¿qué quieres que haga?” Hechos 9:6. La religión de la Biblia estará entretejida en nuestra vida diaria (Consejos sobre mayordomía cristiana, pp. 356, 357).
Reparad en estas palabras del Gran Maestro, que habló como nunca habló hombre alguno. Pone delante de vosotros la conducta a seguir si queréis servir a vuestros mejores intereses en esta vida, y haceros tesoros eternos. “No hagáis tesoros en la tierra”. Hay peligro de perderlo todo en la búsqueda de las ganancias mundanales, porque en la febril actividad que determina la búsqueda de las riquezas terrenas, se olvidan los intereses eternos…
Esta obra de transferir vuestras posesiones al mundo de arriba, es digna de todas vuestras energías. Es de la mayor importancia e implica vuestro interés eterno. Lo que dais a la causa de Dios no se pierde. Todo lo que damos para la salvación de las almas y la gloria de Dios se invierte en la empresa de más éxito en esta vida y en la vida futura. Nuestros talentos de oro y plata, si los damos a los cambiadores, ganan continuamente en valor, lo cual se registrará en nuestra cuenta en el reino de los cielos. Nosotros seremos los receptores de la riqueza eterna que ha aumentado en las manos de los cambiadores. Al dar para la obra de Dios, nos estamos haciendo tesoros en el cielo. Todo lo que depositamos arriba está seguro contra el desastre y la pérdida y produce abundantes intereses eternos (That I May Know Him, p. 223; parcialmente en A fin de conocerle, p. 223).
VIERNES, 06 DE ENERO: PARA ESTUDIAR Y MEDITAR
La fe por la cual vivo, “Expresión de su maravilloso amor”, 6 de febrero, p. 45; Cada día con Dios, “Santidad de corazón”, 17 de mayo, p. 146.
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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
I TRIMESTRE DEL 2023
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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