MIÉRCOLES, 08 DE DICIEMBRE
“QUÉ PIDE JEHOVÁ DE TI”
“Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos. Mas ellos, cual Adán, traspasaron el pacto; allí prevaricaron contra mí” Oseas 6:6, 7.
Los muchos sacrificios de los judíos y el fluir de la sangre para expiar pecados por los cuales ellos no habían experimentado verdadero arrepentimiento, siempre fueron repugnantes para Dios…
Las ofrendas costosas y una apariencia de santidad no pueden ganar el favor de Dios. Él exige por sus misericordias un espíritu contrito, un corazón abierto a la luz de la verdad, amor y compasión por nuestros semejantes y un espíritu que se niegue a ser seducido por la avaricia o el egoísmo. Los sacerdotes y gobernantes carecían de esos elementos esenciales para recibir el favor de Dios, y sus ofrendas más preciosas y sus vistosas ceremonias eran una abominación a la vista del Señor (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, p. 1196).
Por medio de Moisés, mientras estaban los israelitas a punto de entrar en la tierra prometida, el Señor les había dicho: “Ahora pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que hayas bien?” Deuteronomio 10:12, 13. De siglo en siglo estos consejos fueron repetidos por los siervos de Jehová a los que estaban en peligro de caer en hábitos de formalismo, y de olvidarse de practicar la misericordia. Cuando Cristo mismo, durante su ministerio terrenal, fue interrogado así por un doctor de la ley: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento grande en la ley?” le contestó: “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente. Este es el primero y el grande mandamiento. Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”. Mateo 22:36–40.
Estas claras expresiones de los profetas y del Maestro mismo deben ser recibidas como voz del Cielo para toda alma. No debemos desperdiciar oportunidad alguna de cumplir actos de misericordia, de tierna prevención y cortesía cristiana en favor de los cargados y oprimidos. Si nos es imposible hacer más, podemos dirigir palabras de aliento y esperanza a los que no conocen a Dios y a quienes podemos alcanzar con más facilidad mediante la simpatía y el amor.
Ricas y abundantes son las promesas hechas a los que se mantienen alerta para ver las oportunidades de infundir gozo y bendición en la vida ajena. “Y si derramares tu alma al hambriento, y saciares el alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el medio día; y Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías hartará tu alma, y engordará tus huesos; y serás como huerta de riego, y como manadero de aguas, cuyas aguas nunca faltan”. Isaías 58:10, 11 (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 241, 242).
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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
IV TRIMESTRE DEL 2021
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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