MIÉRCOLES, 08 DE FEBRERO
DE ENGAÑADOR A PRÍNCIPE
Rebeca se arrepintió amargamente por el mal consejo que dio a Jacob, porque gracias a eso tuvo que separarse de su hijo para siempre. Este se vio obligado a huir para salvar la vida de la ira de Esaú, y ella nunca más lo volvió a ver. Isaac vivió muchos años después de ben-decir a Jacob, y se convenció, por la conducta de Esaú y Jacob, que la bendición realmente le correspondía a este último (La historia de la redención, p. 91).

El error de Jacob al recibir fraudulentamente la bendición que correspondía a su hermano recayó con fuerza sobre él, y por eso temía que Dios permitiera que Esaú le quitara la vida. En su angustia oró a Dios durante toda la noche. Se me mostró que un ángel estuvo de pie ante Jacob, y le presentó la verdadera naturaleza de su error…
El patriarca luchó con el ángel toda la noche para suplicar su bendición. Este parecía resistir sus oraciones recordándole continuamente sus pecados mientras trataba de alejarse. Pero él había resuelto aferrarse al ángel, no por la fuerza, sino gracias al poder de la fe viviente. En su angustia se refirió a su íntimo arrepentimiento, a la profunda humillación que había experimentado por causa de sus errores…
Cuando [el ángel] vio que no podía persuadir a Jacob, para convencerlo de su poder sobrenatural tocó su muslo que se dislocó inmediatamente. Pero el patriarca no quiso abandonar sus fervorosos esfuerzos por causa del dolor corporal… Su fe aumentó en fervor y perseverancia hasta el mismo fin, hasta el amanecer. Estaba dispuesto a no dejar ir al ángel antes de obtener su bendición (La historia de la redención, pp. 96, 97).

Requiere sacrificio entregarnos a Dios, pero es sacrificio de lo inferior por lo superior, de lo terreno por lo espiritual, de lo perecedero por lo eterno. No desea Dios que se anule nuestra voluntad, porque solamente mediante su ejercicio podemos hacer lo que Dios quiere. Debemos entregar nuestra voluntad a él para que podamos recibirla de vuelta purificada y refinada, y tan unida en simpatía con el Ser divino que él pueda derramar por nuestro medio los raudales de su amor y su poder. Por amarga y dolorosa que parezca esta entrega al corazón voluntarioso y extraviado, aun así nos dice: “Mejor te es”.
Hasta que Jacob no cayó desvalido y sin fuerzas sobre el pecho del Ángel del pacto, no conoció la victoria de la fe vencedora ni recibió el título de príncipe con Dios. Solo cuando “cojeaba de su cadera” (Génesis 32:31) se detuvieron las huestes armadas de Esaú, y el Faraón, heredero soberbio de un linaje real, se inclinó para pedir su bendición. Así el autor de nuestra salvación se hizo “perfecto… por medio de los padecimientos” (Hebreos 2:10), y los hijos de fe “sacaron fuerzas de debilidad” y “pusieron en fuga ejércitos extranjeros” (Hebreos 11:34). Así “los cojos arrebatarán presa” (Isaías 33:23), el débil “será como David” y “la casa de David como… el ángel de Jehová”. Zacarías 12:8 (El discurso maestro de Jesucristo, p. 56).

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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
I TRIMESTRE DEL 2023
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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