MIÉRCOLES, 08 DE MARZO
CARIDAD EN EL LECHO DE MUERTE
Pongan la esperanza… en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. 1 Timoteo 6:17.
Seríamos mucho más felices y más útiles si nuestra vida de hogar y nuestras relaciones sociales fueran gobernadas por los principios de la religión cristiana, e ilustraran la humildad y la sencillez de Cristo… Que los visitantes vean que tratamos de hacer felices a los que nos rodean con nuestra alegría, simpatía y amor…
Entonces pongamos nuestros corazones y hogares en orden; enseñemos a nuestros hijos que el temor del Señor es el principio de la sabiduría; y expresemos, por medio de una vida alegre, feliz y bien ordenada, nuestra gratitud y amor a quien nos da “todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos”. Pero por sobre todas las cosas, fijemos nuestros pensamientos y los afectos de nuestros corazones en el querido Salvador que sufrió por el hombre culpable, y que así abrió el cielo para nosotros (Reflejemos a Jesús, p. 175).
Mucho se ha dicho respecto a nuestro deber para con los pobres desatendidos; ¿no debe dedicarse alguna atención a los ricos desatendidos? Muchos no ven promesa en ellos, y poco hacen para abrir los ojos de los que, cegados y deslumbrados por el brillo de la gloria terrenal, no piensan en la eternidad. Miles de ricos han descendido al sepulcro sin que nadie los previniera. Pero por muy indiferentes que parezcan, muchos de ellos andan con el alma cargada. “El que ama el dinero no se hartará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto”.
Eclesiastés 5:10. El que dice al oro fino: “Mi confianza eres tú”, ha “negado al Dios soberano”. Job 31:24, 28…
Las riquezas y los honores del mundo no pueden satisfacer al alma. Muchos ricos ansían alguna seguridad divina, alguna esperanza espiritual. Muchos anhelan algo que ponga fin a la monotonía de su vida estéril. Muchos funcionarios públicos sienten necesidad de algo que no tienen. Pocos de ellos asisten a la iglesia, pues consideran que no obtienen gran provecho. La enseñanza que allí oyen no conmueve su corazón. ¿No les dirigiremos algún llamamiento personal? (El ministerio de curación, pp. 161, 162).
Vi que muchos se abstienen de dar para la causa y procuran acallar la conciencia diciendo que serán caritativos al morir; ni siquiera se atreven a ejercitar fe y confianza en Dios contribuyendo algo mientras tienen vida. Sin embargo, esta caridad de último momento no es lo que Cristo requiere de sus seguidores; no excusa de ninguna manera el egoísmo de los vivos. Aquellos que se aferran a su propiedad hasta el último momento, la entregan más bien a la muerte que a la causa. Continuamente se experimentan pérdidas. Los bancos quiebran y la propiedad se consume de mil maneras. Muchos se proponen hacer algo, pero dilatan el asunto, y Satanás obra para evitar que los recursos entren del todo en la tesorería. Se pierden antes de ser devueltos a Dios, y Satanás se regocija porque así ocurre.
Si queréis hacer algún bien con vuestros recursos, hacedlo en seguida antes que Satanás se apodere de ellos y estorbe así la obra de Dios. Muchas veces cuando el Señor ha abierto el camino para que los hermanos manejen sus recursos de tal manera que puedan adelantar su causa, los agentes de Satanás han suscitado alguna otra empresa que ellos estaban seguros iba a duplicar sus recursos. Se tragan la carnada; invierten el dinero, y la causa —y a menudo ellos mismos, nunca gana ni siquiera un dólar (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 144).
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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
I TRIMESTRE DEL 2023
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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