MIÉRCOLES, 12 DE OCTUBRE
“LOS MUERTOS NADA SABEN”
—Pero, mamá —repuse yo—, ¿de veras crees tú que las almas duermen en el sepulcro hasta la resurrección? ¿Piensas tú que cuando un cristiano muere no va inmediatamente al cielo ni el pecador al infierno?
—La Biblia no contiene prueba alguna de que haya un infierno eterno —respondió ella—. Si existiese un lugar tal, el Libro sagrado lo mencionaría”…
Hasta pasados algunos meses después de esta conversación, no volví a oír nada más referente a dicha doctrina. Pero durante este tiempo reflexioné muchísimo sobre el asunto. De manera que cuando oí una predicación en que se expuso esto, creí que era la verdad. Desde que la luz acerca del sueño de los muertos alboreó en mi mente, se desvaneció el misterio que envolvía la resurrección, y este grandioso acontecimiento asumió una nueva y sublime importancia… Si al morir el hombre, su alma entraba en el gozo de la eterna felicidad o caía en la eterna desdicha, ¿de qué servía la resurrección del pobre cuerpo reducido a polvo?
Pero esta nueva y hermosa creencia me descubría la razón por la cual los inspirados autores de la Biblia insistieran tanto en la resurrección del cuerpo. Era porque todo el ser dormía en el sepulcro. Entonces me di cuenta de la falacia de nuestro primitivo criterio sobre el asunto (Notas biográficas de Elena G. de White, pp. 54, 55).

Cristo llegó a ser uno con la humanidad, para que la humanidad pudiera llegar a ser una en espíritu y en vida con él. En virtud de esa unión, en obediencia a la Palabra de Dios, la vida de Cristo llega a ser la vida de la humanidad. Él dice al penitente: “Yo soy la resurrección y la vida”. Juan 11:25. La muerte es considerada por Cristo como un sueño: silencioso y oscuro sueño. Habla de ella como si fuera de poca importancia. “Todo aquel que vive y cree en mí —dice él—, no morirá eternamente”. Juan 1 1 :26. “El que guarda mi palabra, nunca sufrirá muerte”. Juan 8:52. “Nunca verá muerte”. Juan 8:51. Y para el creyente la muerte reviste poca importancia. Para él morir no es sino dormir. “También traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él”. 1 Tesalonicenses 4:14 (Mensajes selectos, t. 1, pp. 355, 356).

El hombre estaba dotado originalmente de facultades nobles y de un entendimiento bien equilibrado. Era perfecto y estaba en armonía con Dios. Sus pensamientos eran puros, sus designios santos. Pero por la des-obediencia, sus facultades se pervirtieron y el egoísmo reemplazó el amor. Su naturaleza quedó tan debilitada por la transgresión que ya no pudo, por su propia fuerza, resistir el poder del mal. Fue hecho cautivo por Satanás, y hubiera permanecido así para siempre si Dios no hubiese intervenido de una manera especial. El tentador quería desbaratar el propósito que Dios había tenido cuando creó al hombre. Así llenaría la tierra de sufrimiento y desolación y luego señalaría todo ese mal como resultado de la obra de Dios al crear al hombre (El camino a Cristo, p. 17).

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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
IV TRIMESTRE DEL 2022
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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