LUNES, 13 DE DICIEMBRE
LEVANTAR ROSTROS
Dios no reconoce distinción por causa de nacionalidad, raza o casta. Él es el Hacedor de toda la humanidad. Por la creación, todos los hombres pertenecen a una sola familia; y todos constituyen una por la redención. Cristo vino para derribar el muro de separación, para abrir todos los departamentos de los atrios del templo, a fin de que toda alma tuviese libre acceso a Dios. Su amor es tan amplio, tan profundo y completo, que lo compenetra todo. Arrebata de la influencia satánica a aquellos que fueron engañados por sus seducciones, y los coloca al alcance del trono de Dios, al que rodea el arco iris de la promesa. En Cristo no hay judío ni griego, ni esclavo ni hombre libre (Profetas y reyes, p. 274).
Nunca deberíamos actuar con indiferencia y falta de simpatía, especialmente cuando tratamos con los pobres. A todos debemos tratar con cortesía, simpatía y compasión. La parcialidad manifestada hacia los ricos desagrada a Dios. Jesús es menospreciado cuando se desprecia a sus hijos necesitados. Estos no son ricos en bienes de este mundo, pero ellos son caros a su corazón amante. Dios no reconoce distinción de rango. Él no toma en cuenta las clases sociales. Ante su vista los hombres no son más que hombres, buenos o malos. En el día final del ajuste de cuentas, la posición, las clases sociales o la riqueza no alterarán ni en el espesor de un cabello el caso de ninguna persona. El Dios que todo lo ve juzgará a los hombres por lo que estos son en pureza, nobleza y amor a Cristo…
Cristo declaró que el evangelio debía predicarse a los pobres. La verdad de Dios nunca se reviste más de un aspecto de mayor belleza que cuando es llevada a los necesitados y desposeídos. Entonces es cuando la luz del evangelio brilla con su claridad más radiante e ilumina la choza de los campesinos y la rústica cabaña del labrador. Los ángeles de Dios están allí y su presencia convierte en un banquete el pedazo de pan duro y el vaso de agua. Los que han sido descuidados y abandonados por el mundo son ensalzados para llegar a ser hijos e hijas del Altísimo. Elevados por encima de cualquier posición social que la tierra pueda conceder, se sientan en los lugares celestiales en Cristo Jesús. Puede ser que no posean tesoros terrenales, pero han encontrado la perla de gran precio (Consejos sobre mayordomía cristiana, pp. 168, 169).
Lo que Satanás siembra en el alma: envidia, celos, y sospechas, maledicencia, impaciencia y prejuicios, egoísmo, codicia y vanidad, debe ser desarraigado. Si se permite que esas cosas dañosas permanezcan en el alma, darán frutos que podrían corromper a muchos. ¡Ah, cuántos cultivan las plantas venenosas que matan los preciosos frutos del amor y mancillan el alma!…
Los agentes del amor tienen poder maravilloso, porque son divinos. La respuesta suave que “aparta el enojo”; el amor que “es sufrido y benigno”; el amor que “cubre una multitud de pecados”; si aprendiéramos esta lección, ¡de qué poder sanador serían dotadas nuestras vidas! La vida sería transformada y la tierra llegaría a ser la misma semejanza y el goce anticipado del cielo (Mi vida hoy, p. 184).
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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
IV TRIMESTRE DEL 2021
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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