LUNES 13 DE JUNIO
JOSÉ CONFRONTA A SUS HERMANOS

Los hijos de Jacob vinieron con la multitud de compradores para comprar trigo de José, y “se inclinaron a él rostro a tierra. Y José, cuando vio a sus hermanos, los conoció; mas hizo como que no los conocía, y les habló ásperamente, y les dijo: ¿De dónde habéis venido? Ellos respondieron: De la tierra de Canaán, para comprar alimentos… Entonces se acordó José de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les dijo: Espías sois; por ver lo descubierto del país habéis venido” (Génesis 42:6-9).

Le aseguraron a José que su único motivo por haber venido a Egipto era para comprar alimento. Nuevamente José les acusa de ser espías. Deseaba saber si aún poseían el mismo espíritu altivo que habían tenido cuando él estaba con ellos, y estaba ansioso por sacarles alguna información en cuanto a su padre y Benjamín (Spiritual Gifts, t. 3, p. 154).

Los tres días de encierro fueron días de amargo dolor para los hijos de Jacob. Reflexionaron sobre sus acciones pasadas equivocadas, especialmente su crueldad hacia José. Sabían que si los condenaban de ser espías y no podían presentar pruebas para comprobar lo contrario, todos tendrían que morir o ser esclavizados. Dudaban que cualquier intento que hiciera alguno de ellos haría que su padre consintiera en que Benjamín se alejara de él, después de la cruel muerte que, según él pensaba, había sufrido José. Vendieron a José como esclavo, y temían que Dios planeaba castigarlos permitiendo que se convirtieran en esclavos. José considera que su padre y las familias de sus hermanos pueden estar sufriendo hambre, y está convencido de que sus hermanos se han arrepentido de su cruel trato hacia él y que de ninguna manera tratarían a Benjamín como lo habían tratado a él (Spiritual Gifts, t. 3, pp. 155, 156).

Siendo justificado por Cristo, el recibidor de la verdad es constreñido a realizar una entrega completa a Dios, y es admitido en la escuela de Cristo para poder aprender de Aquel que es manso y humilde de corazón. Conoce ampliamente el amor de Dios y exclama: ¡Oh, qué amor! ¡Qué condescendencia! Posesionándose de las ricas promesas por la fe, se convierte en un participante de la naturaleza divina. Su corazón se vacía del yo, y las aguas de la verdad entran en él; la gloria del Señor brilla en él. Contemplando perpetuamente a Jesús, lo humano es asimilado por lo divino. El creyente es transformado a su semejanza… El carácter humano es cambiado en divino.

Cristo contempla a su pueblo en su pureza y perfección como una recompensa de todos sus sufrimientos, su humillación y su amor, y el suplemento de su gloria —Cristo el gran centro, del cual irradia toda gloria (Nuestra elevada vocación, p. 205).

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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
II TRIMESTRE DEL 2022
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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