SÁBADO DE TARDE, 13 DE MAYO
EL SÁBADO Y EL FIN
Dios no reconoce ninguna distinción por causa de la nacionalidad, la raza o la casta. Es el Hacedor de toda la humanidad. Todos los hombres son una familia por la creación, y todos son uno por la redención. Cristo vino para demoler todo muro de separación, para abrir todo departamento del templo, para que cada alma pudiese tener libre acceso a Dios. Su amor es tan amplio, tan profundo, tan completo, que penetra por doquiera. Libra de la influencia de Satanás a las pobres almas que han sido seducidas por sus engaños. Las coloca al alcance del trono de Dios, el trono circuido por el arco de la promesa.

En Cristo no hay ni judío ni griego, ni esclavo ni libre. Todos son atraídos por su preciosa sangre. Gálatas 3:28; Efesios 2:13.

Cualquiera que sea la diferencia de creencia religiosa, el llama-miento de la humanidad doliente debe ser oído y contestado. Donde existe amargura de sentimiento por causa de la diferencia de la religión, puede hacerse mucho bien mediante el servicio personal. El ministerio amante quebrantará el prejuicio, y ganará las almas para Dios.

Debemos anticiparnos a las tristezas, las dificultades y angustias de los demás. Debemos participar de los goces y cuidados tanto de los encumbrados como de los humildes, de los ricos como de los pobres. “De gracia recibisteis —dice Cristo—, dad de gracia”. Mateo 10:8 (Palabras de vida del gran Maestro, p. 318).

Dios ha manifestado por los seres humanos un amor infinitamente profundo, y sin embargo, cuán lejos estamos de apreciarlo. Cristo murió en la cruz del Calvario para que los pecadores pudieran ser redimidos de la esclavitud del mal, y ubicados en terreno ventajoso delante de Dios. Pensemos en el maravilloso amor que el Padre manifestó al hacer este sacrificio. Es nuestra responsabilidad señalar este amor a los que están fuera de la grey, contarles a los pecadores lo que Cristo ha hecho por ellos, y lo que pueden llegar a ser debido a su gracia transformadora (Cada día con Dios, p. 267).

En palabras de incomparable belleza y ternura, el apóstol Pablo presentó a los sabios de Atenas el propósito que Dios había tenido en la creación y distribución de las razas y naciones. Declaró el apóstol: “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay… de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habitasen sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los términos de la habitación de ellos; para que buscasen a Dios, si en alguna manera, palpando, le hallen”. Hechos 17:24-27.

Dios indicó claramente que todo aquel que quiere, puede entrar “en vínculo de concierto”. Ezequiel 20:37. Al crear la tierra, quería que fuese habitada por seres cuya existencia resultara de beneficio propio y mutuo, al mismo tiempo que honrara a su Creador. Todos los que quieran pueden identificarse con este propósito. Acerca de ellos se dice: “Este pueblo crié para mí; mis alabanzas publicará”. Isaías 43:21 (Profetas y reyes, p. 366).

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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
II TRIMESTRE DEL 2023
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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