MARTES, 14 DE FEBRERO
EL JOVEN RICO
¿No saben que cuando el joven rico se acercó a Cristo y le preguntó qué debía hacer para tener la vida eterna, Cristo le dijo que guardara los mandamientos? El joven contestó: “Todo esto lo he guardado”. Pero el Señor quería que entendiera que esta lección se aplicaba a él. “¿Qué más me falta?” Mateo 19:20. No percibía que había algo que se refería a él, o por qué no había de tener la vida eterna. “Lo he guardado”, dijo. Ahora Cristo toca el punto débil de su corazón. Dice: “Ven, sígueme, y tendrás vida”.
¿Qué hizo el joven? Se alejó muy triste, porque tenía muchas posesiones (Fe y obras, pp. 70, 71).

El hombre rico que tenía tantos privilegios nos es presentado como uno que debió haber cultivado sus dones, de manera que sus obras transcendiesen hasta el gran más allá, llevando consigo ventajas espirituales aprovechadas. Es el propósito de la redención, no solamente borrar el pecado, sino devolver al hombre los dones espirituales perdidos a causa del poder empequeñecedor del pecado. El dinero no puede ser llevado a la vida futura; no se necesita allí; pero las buenas acciones efectuadas en la salvación de las almas para Cristo son llevadas a los atrios del cielo. Mas aquellos que emplean egoístamente los dones del Señor para sí mismos, dejando sin ayuda a sus semejantes necesitados, y no haciendo nada porque prospere la obra de Dios en el mundo, des-honran a su Hacedor. Frente a sus nombres en los libros del cielo está escrito: “Robó a Dios”.
El hombre rico tenía todo lo que el dinero puede procurar, pero no poseía las riquezas que habrían conservado bien su cuenta con Dios. Vivió como si todo lo que poseía fuera suyo. Había descuidado el llamamiento de Dios y los clamores de los pobres que sufrían. Pero al fin viene un llamado que él no puede eludir. Por un poder al cual no le es posible objetar ni resistir, se le ordena que renuncie a las posesiones de las cuales él ya no es mayordomo. El hombre que una vez fuera rico es reducido a una desesperada pobreza. El manto de la justicia de Cristo, tejido en el telar del cielo, nunca podrá cubrirlo. El que una vez usara la púrpura más rica, el lino más fino, es reducido a la desnudez. Su tiempo de gracia ha terminado. Nada trajo al mundo, y nada puede llevar de él (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 210, 211).

Muchos que militan en el cristianismo están dispuestos a realizar cualquier sacrificio con tal de obtener riquezas, y cuanto más éxito tienen en sus esfuerzos por obtener el objeto de sus deseos, tanto menos se preocupan de la verdad preciosa y de su progreso en el mundo. Pierden su amor por Dios y obran como hombres faltos de juicio. Cuanto más son prosperados en riqueza material, tanto menos invierten en la causa de Dios.
Las obras de los que tienen un amor irracional por las riquezas muestran claramente que es imposible seguir a dos señores, a Dios y a mamón. Revelan ante el mundo que su dios es el dinero. Rinden home-naje a su poder pero en realidad sirven al mundo. El amor al dinero se convierte en un poder dominante, y por amor a él violan la ley de Dios (Consejos sobre mayordomía cristiana, pp. 225, 226).

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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
I TRIMESTRE DEL 2023
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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