DOMINGO, 15 DE ENERO
EL DIEZMO EQUIVALE A UN DÉCIMO
el origen del sistema de los diezmos es anterior a los hebreos. Desde los primeros tiempos el Señor exigió el diezmo como cosa suya; y este requerimiento fue reconocido y cumplido. Abraham pagó diezmos a Melquisedec, sumo sacerdote del Altísimo. Génesis 14:20… Cuando los israelitas estaban por establecerse como nación, la ley del diezmo fue confirmada, como uno de los estatutos ordenados divinamente de cuya obediencia dependía su prosperidad.
El sistema de los diezmos y de las ofrendas tenía por objeto grabar en las mentes humanas una gran verdad, a saber, que Dios es la fuente de toda bendición para sus criaturas, y que se le debe gratitud por los preciosos dones de su Providencia (Historia de los patriarcas y profe-tas, p. 564).

Jacob se despertó de su sueño en el profundo silencio de la noche. Las relucientes figuras de su visión se habían desvanecido. Sus ojos no veían ahora más que los contornos obscuros de las colinas solitarias y sobre ellas el cielo estrellado. Pero experimentaba un solemne sentimiento de que Dios estaba con él…
Jacob erigió un monumento a la misericordia de Dios, para que siempre que pasara por aquel camino, pudiese detenerse en ese lugar sagrado para adorar al Señor. Y llamó aquel lugar Betel; o sea, “casa de Dios”. Con profunda gratitud repitió la promesa que le aseguraba que la presencia de Dios estaría con él; y luego hizo el solemne voto: “Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si tornare en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios, y esta piedra que he puesto por título, será casa de Dios: y de todo lo que me dieres, el diezmo lo he de apartar para ti”. Génesis 28:20-22.
Jacob no estaba tratando de concertar condiciones con Dios. El Señor ya le había prometido prosperidad, y este voto era la expresión de un corazón lleno de gratitud por la seguridad del amor y la misericordia de Dios. Jacob comprendía que Dios tenía sobre él derechos que estaba en el deber de reconocer, y que las señales especiales de la gracia divina que se le habían concedido, le exigían reciprocidad (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 184, 185).

Es parte de vuestra obra enseñar a los que traéis a la verdad a dar el diezmo a la tesorería, como un reconocimiento de su dependencia de Dios. Deben ser plenamente iluminados con respecto a su deber de devolver al Señor lo que le pertenece. El mandamiento de pagar el diezmo es tan sencillo que no hay sombra de excusa por desobedecerlo. Si dejáis de dar instrucción a los nuevos conversos acerca de este punto, dejáis sin realizar una parte de las más importantes de vuestra obra (El evangelismo, p. 185).
“Todas las décimas… de Jehová son”. En este pasaje se halla la misma forma de expresarse que en la ley del sábado. “El séptimo día será reposo [sábado] para Jehová tu Dios”. Éxodo 20:10. Dios reservó para sí una porción específica del tiempo y de los recursos pecuniarios del hombre, y nadie podía dedicar sin culpa cualquiera de esas cosas a sus propios intereses (Historia de los patriarcas y profetas, p. 565).

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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
I TRIMESTRE DEL 2023
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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