SÁBADO DE TARDE, 16 DE DICIEMBRE
ESTER Y MARDOQUEO
Gracias al favor con que los miraba Ciro, casi cincuenta mil de los hijos del cautiverio se habían valido del decreto que les permitía regresar. Sin embargo, representaban tan solo un residuo en comparación con los centenares de miles que estaban dispersos en las provincias de Medo-Persia. La gran mayoría de los israelitas había preferido quedar en la tierra de su destierro, antes que arrostrar las penurias del regreso y del restablecimiento de sus ciudades y casas desoladas.
Habían transcurrido veinte años o más cuando un segundo decreto, tan favorable como el primero, fue promulgado por Darío Histaspes, el monarca de aquel entonces. Así proveyó Dios en su misericordia otra oportunidad para que los judíos del reino medo-persa regresaran a la tierra de sus padres. El Señor preveía los tiempos dificultosos que iban a seguir durante el reinado de Jerjes, el Asuero del libro de Ester, y no solo obró un cambio en los sentimientos de los hombres que ejercían autoridad, sino que inspiró también a Zacarías para que instase a los desterrados a que regresasen (Profetas y reyes, p. 440).
Los cristianos son joyas de Cristo. Existen para resplandecer brillantemente por él, prodigando la luz de su belleza. Su esplendor depende del pulimiento que reciben. Pueden elegir ser bruñidos o permanecer sin serlo. Pero todo aquel que es declarado digno de un lugar en el templo del Señor tiene que someterse al proceso refinador. Sin el pulimiento que el Señor da, no pueden reflejar más luz que la de un guijarro común…
El Obrero divino gasta poco tiempo en material inútil. Únicamente pule las joyas preciosas, según la semejanza de un palacio, labrando con ahínco todos los cantos ásperos. Este proceso es severo y penoso; hiere el orgullo humano. Cristo corta profundamente en la experiencia que el hombre en su suficiencia propia ha considerado como completa, y elimina el ensoberbecimiento del carácter. Desbasta con empeño la superficie sobrante, y poniendo la piedra en la rueda pulidora, la aprieta estrechamente para que toda aspereza pueda ser consumida. Entonces, llevando la joya hasta la luz, el Maestro ve en ella un reflejo de sí mismo y la declara digna de [ocupar] un lugar en su cofre.
“En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, te tomaré… y te pondré como anillo de sellar; porque yo te escogí, dice Jehová de los ejércitos”. Hageo 2:23. Bendita sea la experiencia, por severa que sea, que da nuevo valor a la piedra, y la hace brillar con vivo fulgor (En los lugares celestiales, p. 269).
En su gran amor, Dios procura desarrollar en nosotros las gracias preciosas de su Espíritu. Permite que hallemos obstáculos, persecución y opresiones, pero no como una maldición, sino como la bendición más grande de nuestra vida. Cada tentación resistida, cada aflicción sobre-llevada valientemente, nos da nueva experiencia y nos hace progresar en la tarea de edificar nuestro carácter. El alma que resiste la tentación mediante el poder divino revela al mundo y al universo celestial la eficacia de la gracia de Cristo (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 99, 100).
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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
IV TRIMESTRE DEL 2023
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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