DOMINGO, 16 DE ENERO
EL HERMANO COMO REDENTOR
En las leyes dadas a Israel, hay una hermosa ilustración de la relación de Cristo con su pueblo. Cuando por la pobreza un hebreo había quedado obligado a separarse de su patrimonio y a venderse como esclavo, el deber de redimirle a él y su herencia recaía sobre el pariente más cercano. Ver Levítico 25:25, 47-49; Rut 2:20. Así también la obra de redimirnos a nosotros y nuestra herencia, perdida por el pecado, recayó sobre Aquel que era pariente cercano nuestro. Y a fin de redimirnos, él se hizo pariente nuestro. Más cercano que el padre, la madre, el hermano, el amigo o el amante, es el Señor nuestro Salvador. “No temas – dice él, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Porque en mis ojos fuiste de grande estima, fuiste honorable, y yo te amé: daré pues hombres por ti, y naciones por tu alma” Isaías 43:1, 4.
Cristo ama a los seres celestiales que rodean su trono; pero ¿qué explicará el gran amor con que nos amo a nosotros? No lo podemos comprender, pero en nuestra propia experiencia podemos saber que existe en verdad (El Deseado de todas las gentes, p. 294).[Cristo] nunca pasó de largo a nadie por inútil, sino que procuraba aplicar a toda alma su remedio curativo… Procuraba infundir esperanza en los más rudos y en los que menos prometían, poniendo delante de ellos la seguridad de que podían llegar a ser sin tacha y sencillos, y de carácter tal que les daría a conocer como hijos de Dios.
Muchas veces se encontraba con los que habían caído bajo la influencia de Satanás, y que no tenían fuerza para deslizarse de sus lazos. A uno tal, desanimado, enfermo, tentado, caído, Jesús le dirigía palabras de la más tierna compasión, palabras que necesitaba y que podían entenderse. A otros encontraba que sostenían combate a brazo partido con el enemigo de las almas. A estos les animaba a que perseveraran, asegurándoles que vencerían; pues los ángeles de Dios estaban de parte de ellos, y les darían la victoria (La fe por la cual vivo, p. 100).
La vida de Cristo fue mansa y humilde. Eligió esa vida a fin de poder ayudar a la familia humana. No se colocó sobre un trono como el Comandante de toda la tierra. Dejó a un lado su manto real, se quitó la corona regia para ser uno de los componentes de la familia humana. No tomó sobre sí la naturaleza de los ángeles. Su obra no fue el oficio sacerdotal de acuerdo con las designaciones de los hombres. Era imposible para estos comprender su exaltada posición a menos que el Espíritu Santo la hiciera conocer. En nuestro favor revistió su divinidad con humanidad y descendió del trono real. Renunció a su posición de Comandante de las cortes celestiales, y por nosotros se hizo pobre a fin de que por su pobreza fuésemos enriquecidos. De esta manera, ocultó su gloria bajo la apariencia de la humanidad para poder tocar a la humanidad con su poder divino y transformador (Alza tus ojos, p. 65).
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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
I TRIMESTRE DEL 2022
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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