JUEVES, 18 DE NOVIEMBRE
UNA CUESTIÓN DE ADORACIÓN

Hay muchos que vienen al Salvador de una manera débil. Reciben el bautismo y aun así no hay cambio evidente en su carácter. Quisiéramos invitar a todos a venir, a permanecer en Cristo, a avanzar diariamente en la perfección del carácter permaneciendo en Cristo. A medida que lo hacen, encuentran ese descanso que puede venir solamente por medio de la obediencia perfecta.

Pero yo os amonesto, sed cuidadosos en cuanto a la forma en que os establecéis en la mitad del camino entre la espiritualidad y la mundanalidad. “No podéis servir a Dios y a las riquezas”. Mateo 6:24. Estaréis totalmente de un lado o del otro… Cristo atrae hacia su lado, Satanás enarbola toda atracción para atraer hacia el suyo. ¿A quién elegiréis? ¿Bajo qué bandera os pondréis? (En los lugares celestiales, p. 279).

Los cuatro primeros mandamientos presentan al hombre su deber de servir al Señor nuestro Dios con todo el corazón, y con toda el alma, y con toda la mente, y con todas las fuerzas. Esto abarca a todo el hombre. Esto requiere un amor tan ferviente, tan intenso, que el hombre no pueda atesorar en su mente nada, ni ningún afecto, que rivalice con el que siente por Dios; y su obra llevará la firma del cielo. Todo es secundario frente a la gloria de Dios. Nuestro Padre celestial debiera ser amado como el primero, la alegría y la prosperidad, la luz y la suficiencia de nuestra vida, y nuestra porción eterna.
Que los hombres adoren y sirvan al Señor nuestro Dios, y a él solamente. No elevemos el orgullo para servirlo como a un dios. No hagamos del dinero un dios. Si no se mantiene la sensualidad bajo el dominio de las facultades superiores de la mente, las bajas pasiones dominarán el ser. Todo lo que sea objeto de pensamientos y admiración indebidos, que absorba la mente, es un dios puesto por encima del Señor (Hijos e hijas de Dios, p. 58).

Jehová, el eterno, el que posee existencia propia, el no creado, el que es la fuente de todo y el que lo sustenta todo, es el único que tiene derecho a la veneración y adoración supremas. Se prohíbe al hombre dar a cualquier otro objeto el primer lugar en sus afectos o en su servicio. Cualquier cosa que nos atraiga y que tienda a disminuir nuestro amor a Dios, o que impida que le rindamos el debido servicio es para nosotros un dios (Historia de los patriarcas y profetas, p. 313).

[El Señor] quiere que quienes vengan a adorarle se lleven pensamientos preciosos acerca de su amor y cuidado, a fin de que estén alentados en toda ocasión de la vida y tengan gracia para obrar honrada y fielmente en todo.

Debemos reunirnos en torno a la cruz. Cristo, y Cristo crucificado, debe ser el tema de nuestra meditación, conversación y más gozosa emoción. Debemos recordar todas las bendiciones que recibimos de Dios; y al cerciorarnos de su gran amor, debiéramos estar dispuestos a confiar todas las cosas a la mano que fue clavada en la cruz en nuestro favor.

El alma puede elevarse hacia el cielo en alas de la alabanza. Dios es adorado con cánticos y música en las mansiones celestiales, y al expresar nuestra gratitud nos aproximamos al culto que rinden los habitantes del cielo… Presentémonos, pues, con gozo reverente delante de nuestro Creador, con “acciones de gracias y voz de melodía”. Isaías 51:3 (EI camino a Cristo, pp. 103, 104).

VIERNES, 19 DE NOVIEMBRE: PARA ESTUDIAR Y MEDITAR
Alza tus ojos, 6 de mayo, “¿En la verdad o el error?”, p. 138; La fe por la cual vivo, 6 de marzo, “¿La vida o la muerte?” p. 73.

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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
IV TRIMESTRE DEL 2021
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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