LUNES, 19 DE SEPTIEMBRE
DESPRECIADO Y RECHAZADO POR LOS HOMBRES
Él tenía un cuerpo humano y una mente humana. Él era hueso de nuestro hueso y carne de nuestra carne. Estuvo sujeto a la pobreza desde el mismo momento en que entró en el mundo. Estuvo bajo los chascos y las pruebas en su propio hogar, entre sus hermanos. No estaba rodeado, como en las cortes celestiales, de caracteres puros y hermosos. Estuvo rodeado de dificultades. Vino a nuestro mundo a mantener un carácter puro e impecable, y a refutar la mentira de Satanás de que no era posible que los seres humanos guardaran la ley de Dios. Cristo vino a vivir la ley en su carácter humano, exactamente de la misma manera en que todos pueden cumplirla en la naturaleza humana si hacen lo que Cristo hizo. Él había inspirado a los hombres santos de la antigüedad a escribir para beneficio del hombre: “¿O forzará alguien mi fortaleza? Haga conmigo paz; sí, haga paz conmigo”. Isaías 27:5 (Mensajes selectos, t. 3, p. 146).
[Los escribas y fariseos]… estaban llenos de envidia porque la gente escuchaba tan atentamente las palabras de este nuevo Maestro, y se propusieron quebrar su poder sobre la multitud. Comenzaron atacando su carácter, diciendo que había nacido en pecado, y que echaba fuera los demonios por medio del príncipe de los demonios. Así se cumplieron las palabras: “Me aborrecen sin causa”. Salmo 69:4; Véase Juan 15:25. Los dirigentes judíos difamaron y persiguieron a Aquel que es “señalado entre diez mil y todo él codiciable”.
Al separarnos del mundo y de sus costumbres, afrontaremos el desagrado de los mundanos. El mundo odió a Aquel que era la personificación de la virtud, porque era mejor que ellos. El siervo no es mayor que su Señor. Si nuestros caminos agradan a Dios, el mundo nos odiará. Si la majestad del cielo vino a esta tierra y soportó una vida de humillación y una muerte vergonzosa, ¿por qué retrocederemos al ver que la obediencia involucra una cruz? Si él fue perseguido, ¿podemos esperar nosotros un tratamiento mejor?… Yo les señalo al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Él confortará y sostendrá a todos los que acudan a él en busca de ayuda (Alza tus ojos, p. 323).
Las lágrimas de Jesús no fueron derramadas porque presintiera su sufrimiento Delante de él estaba el Getsemaní, donde pronto le envolvería el honor de una grande oscuridad… Sin embargo, no era por causa de estas señales de su muerte cruel por lo que el Redentor lloraba y gemía con espíritu angustiado. Su tristeza no era egoísta. El pensamiento de su propia agonía no intimidaba a aquella alma noble y abnegada. Era la visión de Jerusalén la que traspasaba el corazón de Jesús: Jerusalén, que había rechazado al Hijo de Dios y desdeñado su amor, que rehusaba ser convencida por sus poderosos milagros y que estaba por quitarle la vida. Él vio lo que era ella bajo la culpabilidad de haber rechazado a su Redentor, y lo que hubiera podido ser si hubiese aceptado a Aquel que era el único que podía curar su herida. Había venido a salvarla; ¿cómo podía abandonarla? (El Deseado de todas las gentes, pp. 528, 529
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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
III TRIMESTRE DEL 2022
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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