MIÉRCOLES, 20 DE OCTUBRE
“SI ME AMAN, GUARDARÁN MIS MANDAMIENTOS”
Mantengamos en alto a Cristo. Somos colaboradores de Dios. Se nos han proporcionado poderosas armas espirituales para derribar las fortalezas del enemigo. De ningún modo debemos representar mal nuestra fe introduciendo elementos anticristianos en nuestra obra. Debemos exaltar la ley de Dios como el medio de unirnos con Jesucristo y con todos los que guardan sus mandamientos. También debemos manifestar amor por las almas por las cuales Cristo murió. Nuestra fe debe ser un poder que tiene en Cristo su origen. Y la Biblia, su Palabra, debe hacernos sabios para la salvación (Cada día con Dios, p. 97).
Tenemos el deber de reflejar el carácter de Jesús. Deberíamos dejar que la hermosa imagen de Jesús aparezca en todas partes, sea que estemos en la iglesia, en nuestros hogares, o en alguna reunión social con nuestros vecinos. Pero no lo podremos hacer a menos que estemos llenos de la plenitud de él. Si llegáramos a conocer mejor a Jesús, lo amaríamos por su bondad y excelencia y desearíamos llegar a participar de tal manera de su carácter divino, que todos supieran que habíamos estado con Jesús y aprendido de él…
Los pecadores se verán constreñidos a confesar que no somos hijos de las tinieblas, sino hijos de la luz. ¿Cómo lo sabrán? Por los frutos que llevemos… Debe haber una profunda obra de la gracia, el amor de Dios en el corazón, y este amor se expresa mediante la obediencia…
Nuestros corazones pueden estar colmados de toda la plenitud de Dios; pero hay algo que debemos hacer. No debemos acariciar nuestras faltas y pecados, sino abandonarlos, y apresurarnos a colocar nuestros corazones en orden. Después de hacer esto, tomemos la llave de la fe y abramos el almacén de las ricas bendiciones de Dios (Exaltad a Jesús, p. 260).
Cristo le da suma importancia a la obediencia de su pueblo a los mandamientos de Dios. Deben tener un conocimiento inteligente de ellos, y aplicarlos a su vida diaria. El hombre no puede guardar los mandamientos de Dios a menos que esté en Cristo y Cristo en él. Y no es posible que esté en Cristo si tiene la luz de sus mandamientos y pasa por alto el menor de ellos. Mediante su firme y voluntaria obediencia a su Palabra, dan evidencia de su amor por el Enviado de Dios.
El no guardar los mandamientos de Dios implica no amarlo. Nadie guardará la ley de Dios a menos que ame al Unigénito del Padre. Y con no menos seguridad, si alguien lo ama, expresará su amor mediante su obediencia. Todos los que amen a Cristo serán amados por el Padre, y él se les manifestará. En todas sus emergencias y perplejidades tendrán el auxilio de Jesucristo (Cada día con Dios, p. 140).
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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
IV TRIMESTRE DEL 2021
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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