DOMINGO 21 DE ENERO
NO FUERON ENCUBIERTOS DE TI MIS HUESOS
En la creación del hombre resulta manifiesta la intervención de un Dios personal. Cuando Dios hubo hecho al hombre a su imagen, el cuerpo humano quedó perfecto en su forma y organización, pero estaba aún sin vida. Después, el Dios personal existente de por sí infundió en aquella forma el soplo de vida, y el hombre vino a ser criatura viva e inteligente. Todas las partes del organismo humano fueron puestas en acción. El corazón, las arterias, las venas, la lengua, las manos, los pies, los sentidos, las facultades del espíritu, todo ello empezó a funcionar, y todo quedó sometido a una ley. El hombre fue hecho alma viviente. Por medio de Cristo el Verbo, el Dios personal creó al hombre, y lo dotó de inteligencia y de facultades.
Nuestra sustancia no le era oculta cuando fuimos hechos en el misterio; sus ojos vieron nuestra sustancia por imperfecta que fuera, y en su libro todos nuestros miembros estaban anotados, aun cuando ninguno de ellos existiera todavía.
Sobre todos los órdenes inferiores de los seres, Dios dispuso que el hombre, corona de su creación, expresara el pensamiento divino y revelara la gloria de Dios (El ministerio de curación, pp. 322, 323).
Nuestras vidas están en las manos de Dios. Él ve los riesgos que nos amenazan como nosotros no podemos verlos. Es el Dador de todas nuestras bendiciones; el Proveedor de todas nuestras misericordias; el Ordenador de todas nuestras experiencias. Percibe peligros que nosotros no podemos ver. Permite que sobrevenga a su pueblo alguna prueba que llene los corazones de sus hijos de tristeza, porque ve que necesitan enderezar su camino, no sea que el cojo se aparte del sendero. Conoce nuestra hechura y se acuerda que somos polvo. Aun los mismos cabellos de nuestra cabeza están contados. Obra a través de las causas naturales para hacernos recordar que él no nos ha olvidado, sino que desea que abandonemos el camino que, si se nos permitiera seguir en forma desenfrenada y sin reprobación, nos conduciría a un gran peligro (Alza tus ojos, p. 63).
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo unigénito para morir, a fin de redimir al hombre del poder de Satanás. ¿No cuidará entonces del hombre, formado a su imagen?… Dios nota la caída aún de los gorriones; ni uno cae sin que él lo advierta. Por lo tanto, nuestro Padre celestial no abandonará a sus hijos que depositan su confianza en él y se aventuran en sus promesas, aunque el panorama se vea sombrío y amenazador. Él entiende cada circunstancia de nuestra vida. Mira y comprende cómo estamos situados. Él está familiarizado con todas nuestras penas y dolores. Nos conoce a cada uno por nombre, y se conmueve con el sentimiento de nuestras debilidades; porque ha sido tentado en todo como nosotros, y sabe socorrer a los que son tentados. Jesús es nuestro ayudador, y cuidará de todos los que en él confían (The Review and Herald, 25 de agosto, 1885, “The True Standard of Righteousness”).
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NOTAS DE ELENA
MATERIAL COMPLEMENTARIO DE ESCUELA SABÁTICA
I TRIMESTRE DEL 2024
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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